jagt
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Publicado: 6.jun 2012 - 22:25
06 de Junio de 2012
Cita
Antes de las elecciones de noviembre, dije a varios conocidos que, tal y como se iban desarrollando los acontecimientos, no creía que el nuevo gobierno fuera a ser capaz de resolver la delicada situación del país, y que lo más probable era que Rajoy no aguantaría en el poder ni dos años.
Tras las elecciones, me sorprendió gratamente ver como nuestro presidente se rodeaba de gente que parecía bastante capaz, y se lanzó, semana tras semana, a aprobar una reforma tras otra, a un ritmo nunca antes visto en la democracia española. Mi escenario más probable, de caída del gobierno antes de llegar a la mitad de la legislatura, cambió, y pensé que, aunque las reformas hechas eran poca cosa, si seguían a ese ritmo, llegaría un momento, dentro de no muchos meses, en el que los problemas del país estarían encauzados.
Sin embargo, lo visto en las últimas semanas ha dinamitado buena parte de mis esperanzas.
La forma en la que se ha gestionado la cuestión de Bankia ha sido absolutamente lamentable. Mentiras y más mentiras durante meses y, a la hora de la verdad, resulta que la entidad está absolutamente quebrada. Nos habían asegurado una y otra vez que BFA contenía los activos problemáticos del grupo, y Bankia estaba libre de problemas. A 2,50 ¤, que cotizaba hace un mes, la entidad valía en bolsa unos 4.300 millones (a 1¤ actual, ha bajado hasta 1.700 millones). Tras la nacionalización anunciada, se ampliará capital en Bankia por valor de 12.000 millones, por lo que, dependiendo del precio por acción al que se haga la ampliación, las nuevas acciones emitidas supondrán más del 85% del nuevo capital (algunos dicen que no se valoran las acciones actuales a cero por respeto a los accionistas, la mayoría de ellos buenos clientes de la entidad). Además, los resultados que habían publicado anteriormente no sirven, y ahora anuncian que el grupo, en realidad, ha cerrado el ejercicio 2011 con una pérdidas monstruosas.
Alguien podría pensar que ha sido un ejercicio de honestidad, dejar de mentir y reconocer que la situación de Bankia es la que es. Sin embargo, lo que la mayoría estamos pensando es otra cosa. Como la verdad se ha desviado mucho de las declaraciones anteriores del gobierno, del Banco de España y de la propia entidad, la deducción más lógica es que tanto el Ministerio de Economía, como el BdE, como todos los bancos del país han perdido por completo su credibilidad, y, mientras no la restauren, no volveremos a creernos los datos, ni las declaraciones, ni los resultados de ninguno de ellos.
La cuestión es grave, porque un país sin un gobierno creíble, sin unos bancos creíbles y sin un banco central creíble no es un país, es una república bananera.
Otra cuestión que me está decepcionando profundamente es el tema de los recortes del gasto público. Muchos anuncios a bombo y platillo y, en la práctica, es poco lo que se está haciendo, más allá de plantear un porcentaje de reducción que nadie aún sabe bien de donde se quitará. Comunidades y ayuntamientos siguen tratando de ganar tiempo, buscando la forma de seguir gastando lo mismo, a costa de hacer todo tipo de maniobras contables. Y el gobierno dice que está comenzando a elaborar un plan para reformar las administraciones públicas, que está estudiando las duplicidades a eliminar, pero que no se hará nada antes del otoño.
¿Pero, nos hemos vuelto locos? El país se está hundiendo, y esta cuestión no es para dentro de seis meses, sino para ayer. Un gobierno eficiente debería haber aprovechado el mes transcurrido desde su victoria electoral hasta la toma de posesión para tener más que estudiadas las duplicidades y organismos inútiles, y debería haber comenzado a poner orden en esta cuestión desde el primer Consejo de Ministros que celebraron. A fin de cuentas, son ellos los que ocupan los altos cargos y dirigen todos los organismos nacionales, autonómicos y locales, tanto los duplicados como los que no lo están. Es su oficio, su especialidad, y, a pesar de eso, dicen que necesitarán dedicar muchos meses a estudiarlo. Es como si mi coche tiene una rueda pinchada, lo llevo al taller, y el mecánico me dice que necesita dos días para estudiar que tipo de llave utilizará para aflojar los tornillos.
Tras los múltiples engaños sufridos, no podemos creernos nada de lo que viene en los periódicos. Más que nunca, es momento de leer entre líneas, y pensar que, lo que hay realmente, no es lo que se ve.
En esta confusión, yo manejo dos escenarios posibles.
1. Escenario pesimista:
Al Ejecutivo se le ha ido de las manos el gobierno del país, y está limitándose a poner los parches que se les van ocurriendo, tratando de ganar tiempo y ver si todo se soluciona por sí solo. Pero, tanto comunidades, como ayuntamientos, empresas públicas y otros organismos oficiales están descontrolados, y ni el propio gobierno sabe lo que está ocurriendo realmente, ni mucho menos tienen la menor idea de cómo solucionarlo. A fin de cuentas, las dos principales tareas de un político son ser un buen orador y mantenerse fiel al partido, y nadie les había exigido nunca que fueran ni trabajadores, ni estudiosos, ni mucho menos buenos gestores. La gente les exigía que fueran demócratas y respetuosos con la ciudadanía. Y, en general, nuestros políticos son bastante simpáticos, son demócratas, porque escuchan a la opinión pública y, como son muy respetuosos con la ciudadanía, que es lo que da votos, han aprovechado todo el dinero que podían conseguir (tanto de los impuestos como del crédito) y también su capacidad reguladora para hacer obras vistosas (no siempre útiles, ni mucho menos rentables) y ofrecer al ciudadano multitud de servicios, creando una administración pública sobredimensionada, y bastante mal organizada.
El lío administrativo es considerable. Y ponerse a cambiar las cosas a toda prisa va a ser casi imposible, porque cualquier cambio tendrá implicaciones que podrían estar en contra de alguna que otra ley, reglamento o de la propia Constitución, y el Estado no puede equivocarse en ese sentido (si lo hace, los sindicatos, algunos partidos de la oposición y los perjudicados se lanzarán a los tribunales, haciendo todo lo posible para detener las nuevas medidas), y todo hay que estudiarlo con detalle, y eso lleva meses, porque los políticos y funcionarios que deben hacerlo van a su ritmo y no van a trabajar más allá de su jornada.
La falta de ideas es evidente, y el lío en la Administración Pública española es mayúsculo. Ni PP ni PSOE pueden solucionarlo, porque es imposible que unos partidos que no son capaces de organizarse bien a sí mismos vayan a ser capaces de racionalizar una estructura administrativa que, ellos mismos, llevan construyendo mal desde hace muchos años.
A eso hay que añadir que, poner orden, implica suprimir muchos miles de cargos políticos, y eso supone tirar piedras contra su propio partido. Por eso anhelan que el mercado se calme, que el BCE compre deuda española, que se emitan eurobonos, la unión bancaria europea, que la UE elabore un plan de estímulo o cualquier otra solución externa, porque ellos no son capaces de hacer más de lo que hacen, y con eso, poco lejos llegamos.
En este escenario, es casi seguro que habrá que solicitar un rescate y que, cuando los de la Troika impongan sus condiciones (una de las primeras puede ser la reducción de medio millón de empleados públicos), el gobierno difícilmente sea capaz de cumplirlas, y mucho menos en un plazo razonable, porque no tiene capacidad de gestión suficiente como para poner orden en una administración pública tan mal construida. Habrá que ver si es cierto eso que ahora se repite tanto: ?España no es Grecia?, porque, con el rebaño de alcaldes, políticos autonómicos y nacionales que pululan por nuestras instituciones, debemos irnos mentalizando de que, en el futuro, podemos ver cualquier cosa, por descabellada que ahora nos parezca. Si este escenario se cumple, veremos, al menos, dos o tres años de fuerte contracción económica, con caídas del PIB anuales del 3% o el 4%, como sucede en Grecia y Portugal. Las cosas se pondrán feas, y lo visto hasta ahora no habrá sido una crisis, sino un anuncio de la depresión que va a venir.
Puede que no sea así, y esté todo más controlado de lo que pensamos. El oficio de político no es fácil, y superar la carrera de obstáculos a la que se les somete a diario requiere de mucho más ingenio del que pensamos. Por eso, puede que no sean inútiles, sino interesados, y lo que suceda realmente sea este otro escenario:
2. Escenario menos pesimista
En este país, quien manda realmente son los bancos, que cuentan con mucha mayor visión de futuro y directivos mucho más capaces que los partidos políticos, que deben a la banca mucho dinero, están vendidos y a sus líderes no les queda más remedio que ser unos simples títeres que terminan haciendo lo que sus jefes banqueros les ordenan.
A fin de cuentas, la mayoría de los bancos demostraron visión de futuro, vendiendo sus inmobiliarias, sus participaciones en empresas cotizadas y hasta sus propias oficinas antes de que estallara la burbuja (¡Ojo!, digo bancos, no cajas).
Si este escenario es cierto, el gobierno no aprobaría ninguna ley sin antes consultarlo con la gran banca, y el curso de los acontecimientos nacionales estaría enfocado a beneficiar a estas entidades.
Emilio Botín ha dicho en alguna ocasión que Banco Santander utiliza la estrategia de forma parecida a como se utiliza en el ámbito militar.
Es un punto de vista frecuente entre los mejores directivos de muchas grandes empresas, que consideran el mercado como un campo de batalla y a los competidores como un ejército enemigo, al que hay que causar siempre el mayor daño posible, procurando eliminarlo por completo en cuanto la ocasión lo permita ya que, en caso contrario, será nuestra empresa la que terminará cayendo.
El competidor más duro de la banca española eran las cajas de ahorros. Con la mitad de la cuota de mercado, sin accionistas a los que rendir cuentas y con muchos convencidos clientes de toda la vida (he conocido a más de uno que decía que la banca es el principal enemigo de la ciudadanía, y por eso prefería trabajar sólo con cajas de ahorros que, a fin de cuentas, pertenecían a la sociedad), la posición de las cajas parecía casi inexpugnable, y eso molestaba bastante a nuestros banqueros (no confundir banquero con directivo de caja de ahorros, que no tienen nada que ver).
Así, una vez que estalló la crisis en EEUU, vieron venir mejor que nadie las consecuencias de la crisis, ya que sabían mejor que el propio BdE como iba a afectar a cada entidad, a cada empresa y casi a cada ciudadano (saben cuanto dinero y deudas tiene cada cliente, los movimientos de las cuentas y tarjetas, en que gasta su dinero, para que empresa trabaja? ¿Sois conscientes de cuando conocimiento puede extraerse de toda esa información?) Y, ante ese panorama, trazaron su plan, para sacar el mayor partido posible de la situación.
En este escenario, el principal objetivo de los bancos sería acabar con todas las cajas de ahorros que puedan, y quedarse con ellas al mejor precio posible, sin que la ciudadanía proteste. En ese caso, habría que azuzar a la opinión pública contra las cajas y contra los políticos que las dirigen. Y eso no es demasiado difícil, basta con pagar a algunos ?opinadores? profesionales para que escriban artículos hablando mal de los políticos y de la gestión que habían realizado las cajas, y contratar algo de publicidad a unos cuantos medios, con la condición de que publiquen los artículos deseados (la mayoría de los periódicos están al borde de la quiebra, y ahora tiene que salir más barato que nunca lograr que se prostituyan).
En este país, la cultura financiera de la población es bajísima y el sector privado está fuertemente endeudado, así que, pase lo que pase, la economía española va a quedar en manos de los bancos durante las próximas décadas. Vamos a tardar en pagar nuestras deudas privadas al menos 20 o 30 años (si no cambian las cosas, las públicas no las pagaremos nunca, y serán el yugo que reduzca a la esclavitud a nuestros nietos, puede que incluso a nuestros hijos). Durante ese tiempo dependeremos de los bancos, que harán todo el negocio que puedan a nuestra costa, que podría ser mucho. La banca española está entre las mejores del mundo obteniendo rentabilidad de sus clientes, gracias a la venta cruzada de productos, colocación desvergonzada de ?pufos? para captar pasivo, etc.
En cuanto a las empresas, un elevado número de ellas no podrá pagar sus deudas a los bancos, que se quedarán con los mejores activos tanto de las empresas como de los propietarios que hayan avalado préstamos societarios con sus bienes personales (algo muy habitual en nuestro país, incluso hace unos años, cuando no se veía el riesgo por ningún lado).
Sumando deudas, intereses y gastos judiciales, los bancos se terminarán quedando con mucho, y serán los principales agentes económicos durante la etapa de recuperación. Desde ese punto de vista, lo más importante ahora es ganar cuota de mercado.
Por eso, lo primero que les interesa es ?cargarse? al mayor número de cajas y que el Estado (es decir, los ciudadanos) asuman los créditos fallidos de los que no pueda obtenerse un beneficio futuro.
Las cajas habían prestado mucho dinero a promotores poco fiables, y casi todas tenían participaciones en empresas cotizadas (en vez de haberlas vendido a precios de burbuja, como hicieron los bancos, compraron mucho en bolsa entre el 2005 y el 2007). De esta forma, la caída de la bolsa aumenta el agujero de las cajas que, si valoran sus activos a precios de mercado, se quedan con patrimonios negativos.
Hace año y medio, cuando los inversores internacionales comenzaron a dar la espalda a la deuda española, fueron los grandes bancos nacionales quienes siguieron comprando, y no creo que lo hayan hecho gratis, habrán pedido favores a cambio, y, uno de los primeros que, por lógica estratégica, deberían haber pedido, es desmontar y repartir las cajas entre los bancos.
Así, si este escenario es el correcto, a la banca nacional le interesa que los precios de los pisos bajen (y ellos pueden tirar el precio lo que quieran, simplemente vendiendo unos pocos rebajados, ahora que casi nadie compra), que la bolsa caiga, que los periódicos publiquen muchas noticias negativas y que todos piensen que el país se hunde. Mientras, el gobierno, preocupado por la prima de riesgo, obligará a las cajas a que se fusionen y valorará sus activos a precios de mercado en los peores momentos. Asustándose ante los enormes agujeros que tienen, las nacionalizarán y luego las regalarán a quien se haga cargo de ellas. Hay que tener en cuenta que ni la bolsa ni mucho menos el inmobiliario son mercados perfectos. Las bolsas suben y bajan como una montaña rusa, así que, el precio de mercado varía notablemente de un día para otro, y el tamaño del agujero, por lo tanto, también varía.
Ahora, los volúmenes negociados en muchas acciones son bajísimos, por lo que el menor rumor hunde la cotización, y, cualquiera que tenga un poco de dinero puede manipularla a su antojo. Además, los bancos controlan la gestión de muchos (y grandes) fondos de inversión, así que, para Santander, hundir la cotización de una o de todas las participadas de Bankia, es realmente sencillo.
En el mercado inmobiliario, el ?precio de mercado? es igual de relativo. Si obligasen a Bankia a que venda todos sus activos inmobiliarios en dos semanas, en un mercado sin demanda como el actual, ¿cuánto caería el precio? ¿Y si se obliga a todas las cajas a venderlos a la vez y con prisas? Es imposible que se absorba una cantidad de viviendas importante en poco tiempo, a no ser que grandes grupos de inversión tengan interés. Y nadie lo tendrá mientras todos los medios sigan diciendo cada día que los precios deben bajar un 35% más.
Cuanto la masacre de entidades termine, y los activos estén en manos de sus propietarios definitivos, éstos darán un giro a la situación, y la bolsa subirá y los activos inmobiliarios dejarán de bajar y se acabarán las gangas. Cuando la bolsa se recupere, los adjudicatarios de las cajas intervenidas podrían obtener jugosas plusvalías al vender sus participaciones, con lo que no sólo les saldría gratis, sino que cobrarían por quedarse con la cuota de mercado de la entidad desaparecida. Si es esto lo que está sucediendo realmente, sería una jugada redonda para ellos.
Este escenario admite variantes, porque no está claro el papel de la banca mediana, y como saldrían de esta batalla Popular y Sabadell (Banesto es de SAN y Bankinter del hermano de Emilio Botín, así que deberían aguantar el chaparrón). La Caixa parecía a salvo de todo, con el asombroso enroque que hizo con Criteria, dejando las participaciones empresariales fuera de Caixabank para tener un buen colchón por si el nuevo ?bancocaja? debía ampliar capital más adelante. Sin embargo, esas participaciones han caído (TEF, REP y GAS se han pegado buenos batacazos en bolsa), y todavía esta por ver que esconde realmente en su balance la entidad catalana. Si Caja Madrid estaba completamente quebrada, ¿tan diferente era la situación de La Caixa? Por supuesto, el gobierno catalán defenderá a capa y espada a esa entidad, y ese es un buen punto a su favor, pero no está del todo claro si será suficiente. Yo creo que aguantará, aunque no lo veo seguro.¿Qué opináis?
Hace unos meses, pensaba que Bankia era el gran objetivo de los bancos, y una vez nacionalizada y malvendida (ya sea entera o por trozos), el panorama se calmaría. Ahora no lo veo nada claro. El ataque de la prensa extranjera ha sido duro, y, aprovechando que no entra dinero en el mercado, y el gobierno ha perdido toda la credibilidad, nuestro mercado está en una situación de extrema vulnerabilidad, y es en esas situaciones cuando puede sacarse un mayor partido de la batalla, así que tal vez haya otros objetivos fijados.
La semana pasada Popular anunció la venta de su banca electrónica, un negocio claramente estratégico. Si lo vende, es porque ya no sabe de donde sacar más dinero, así que puede que las cajas no sean las únicas víctimas, y la banca mediana también caiga.
Lo mejor para Santander y BBVA sería que los bancos extranjeros no metan la nariz en nuestro mercado. Los acreedores se van a quedar con medio país a precio de saldo. Si los bancos españoles aguantan, todo quedará en casa (aunque, claro está, en manos diferentes).
¿Cómo ven esta situación los bancos alemanes?
Probablemente son el mayor grupo de poder en Europa, sobre todo en este momento. La caída de las cajas les parecerá bien, ya que ningún banquero privado está a favor de la banca pública o social. Es una cuota de mercado que pasará al sector privado, y eso siempre es bueno. Sin embargo, lo mejor para ellos sería que también cayeran los grandes bancos españoles. El gobierno inyectaría dinero público para sanearlos, y luego los bancos extranjeros podrían comprárselos por poco dinero. En ese caso, serán estos últimos los que hagan negocio con nuestras deudas durante varias décadas.
La posición de SAN y BBVA es poderosa y delicada al mismo tiempo, porque, si se exceden apretando, con el fin de hundir al resto del sistema bancario, tal vez la presión les ahogue a ellos, y habrían cavado su propia tumba. La avaricia rompe el saco. La unión, en cambio, hace la fuerza. Si todas las entidades nacionales se hubieran unido al principio de la crisis, para defender el precio de los inmuebles y de la bolsa, para reactivar la economía, para forzar al gobierno a reestructurar la administración pública y para atraer capital extranjero con el que financiar las inversiones necesarias para crear nuevos sectores económicos que hubieran reemplazado a la edificación de vivienda como fuente de empleo y actividad, esta crisis ya estaría resuelta, y la mayoría de los españoles felices, pensando en la Eurocopa y las vacaciones.
Si, en vez de los bancos españoles, son los bancos alemanes (y de los otros países ahorradores) los que están manejando la situación, el panorama es tan desolador como en el del primer escenario, porque el gobierno tendrá que solicitar el rescate dentro de poco.
En cualquiera de los dos escenarios, la ciudadanía española pierde. En el primero, andaremos el camino de Grecia. En el segundo, en cambio, una vez terminada la batalla, todo volverá a la calma, y pronto volveremos a leer noticias que hablen del prometedor futuro de nuestro país. En ese caso, más que una crisis, lo que estamos presenciando es un simple cambio de manos de buena parte de la riqueza del país.
No tengo claro cuanta batalla queda. El rechazo de Santander para quedarse con Catalunya Caixa (era el único comprador nacional con capacidad al que le podía interesar la entidad) no es una maniobra típica de final de batalla. El mejor escenario posible para Santander sería que caiga alguna caja más, que se inyecte mucho dinero en las entidades intervenidas, que el gobierno las fusione y le venda todo el lote, ya saneado, por 1 euro. Sería el mayor robo a la ciudadanía de la historia de España pero, con una puesta en escena tan cuidada, el banco de Botín quedaría ante la opinión pública como el salvador del país.
¿Qué escenario os parece más probable? ¿Qué variantes propondríais para estos escenarios?
http://www.rankia.com/blog/optinver/1306112-dos-escenarios-diferentes-para-explicar-que-esta-pasando-espan