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OBISPADO GUADIX-BAZA
  • Publicado: 21.06.2011, 11:05
     
    ASandy
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    VARIAS NOTICIAS DE BAZA Y LUGARES DE SU COMARCA DESPUES DE LA PÉRDIDA DE ESPAÑA, HASTA LOS REYES CATÓLICOS.

    Después que los árabes debelaron el imperio de los godos, apoderándose de España, Tarif y el rey Jacobo Almanzor, dividieron las provincias en diversos reinos como fueron los de Toledo, Córdoba, Murcia Zaragoza y otros en que se levantaron por reyes los caudillos de las ciudades más principales, negando la obediencia a los Miramamolines de Marruecos.
    En Baza y en otros pueblos nombraron por Alcaides a los moros de primera nobleza y de mayor confidencia por temor a las inconstancias y guerras continuas por su bárbara ambición.
    Baza y su comarca estuvo sujeta ya a la corona de Murcia ya a la de Córdoba hasta que tuvo principio la de Granada.

    Al estar tan distantes las fronteras de los cristianos en Asturias y en las montañas, es corto el número de noticias que se puedan referir a Baza. Y así se ofrece y halla memoria de esta ciudad por los años de 862 de Cristo, en que era Obispo mozárabe de Baza Juan, uno de los prelados que asistieron al Concilio de Córdoba. En el siglo siguiente se ofrece semejante memoria por los años de 988, en que era Obispo de Baza Servando quien firma como Obispo de Baza en el traslado de la Biblia Gótica de Sevilla a Toledo.

    Don Alfonso el Séptimo, llamado Emperador de España, conquistó según los historiadores, la ciudad de Baza el año 1152 en que también ganó a Guadix habiéndose apoderado antes de Almería el año 1147, y de Baeza el 1149. Fue muy corto el tiempo que estas ciudades estuvieron en poder de cristianos, porque habiendo venido de África Juceph rey de Marruecos consiguió le diesen obediencia los reyes moros de Andalucía y haciendo guerra a los cristianos, puso asedio a Almería, de donde el emperador Don Alonso sacó a su ejército y llegando a Baza enfermo dejó al frente de sus tropas a su hijo primogénito Don Sancho, y él determinose volver a Toledo, pero durante el camino cerca de Fresnada dio el último aliento de su vida por el mes de agosto de 1157 asistido por el Arzobispo de Toledo de cuya mano recibió los sacramentos.
    Hay quien dice que todo esto ocurrió en Baeza y no en Baza, pero el Obispo Sandoval tiene por más verosímil la de Baza por hallarse esta ciudad mas inmediata a la de Almería.

    Los Papas Urbano III, año 1187, y Celestino III año 1999 hicieron concesión a los Arzobispos de Toledo don Juan Pérez -1191 y Don Martín López de Pisuerga -1208, la jurisdicción espiritual de Baza cuando fuese restaurada de los moros. Hay que observar la noticia de esta concesión para cuando se refiera el pleito sobre la jurisdicción eclesiástica de Baza.
    Hállase también en los años siguientes memoria de Baza y su comarca, porque el Arzobispo de Toledo don Rodrigo Jiménez de Rada, conquistó de los moros los pueblos de Cullar, Cortes, Orce, Galera, Las Cuevas y otros del distrito de Baza si bien volvieron pronto a poder de los moros después de algunos años. La conquista de los referidos lugares debió ser después del año 1230 en que ganó el adelantamiento de Cazorla.

    El Arzobispo Don Rodrigo entregó al santo Rey Don Fernando III los Castillos de Zeneduela, el Muro, Dos Hermanas y Malamoneda fronteras de los moros en Andalucía y Extremadura y así mismo el Castillo del Milagro que edificó el Arzobispo en el camino de Toledo a Andalucía, y todo en permuta, obligándose el Rey a dar al Arzobispo y a su Iglesia dentro de cuatro años la ciudad de Baza, si se ganase a los moros, juntamente con todas las fortalezas de la comarca de Baza.
    Murió el Arzobispo don Rodrigo sin ser Baza conquistada de los moros. Pasados unos años sucedió a Don Rodrigo en el Arzobispado de Toledo el Infante don Sancho, hijo del santo rey Don Fernando, y Al parecer se hizo novación en el contrato antecedente, dando el santo Rey a su hijo el Arzobispado toledano y a su santa Iglesia, en cambio de Baza, las villas de Uceda, Iznatorafe con todos sus términos poblados y por poblarse: e otro sí las tierras que el Arzobispo Don Rodrigo había conquistado a los moros, que eran Cullar, Cortes y otras en la comarca de Baza y de Cazorla y alguna cantidad de maravedíes situados en las rentas reales del reino de Toledo y en las que tributaba el rey moro de Granada.

    El rey moro de Granada Ismael, reinando en Castilla Don Alonso el Undécimo, hizo entrada en el reino de Murcia el año de 1321 ganando la ciudad de Huescar y las villas de Orce y Galera en la comarca de Baza y combatió la villa de Martos con muerte de mucha gente. El contrato entre el rey Don Fernando y su hijo el Arzobispo no llegó a tener cabal y perfecta ejecución porque los prelados sucesores en la mitra primada no desistiesen del derecho y acción adquirida sobre el dominio temporal de Baza, y por esto y por la jurisdicción eclesiástica concedida por la Sede Apostólica, mantenían en su memoria a la ciudad y distrito de Baza que había de ser una prenda estimable de su Arzobispado.
    Por esto el Cardenal don Gil de Albornoz, arzobispo de Toledo el año de 1330 puso cerco a Baza y levantó entre otras, en una sola noche, una torre entre Baza y Zujar. Causó a los moros grandes daños y hostilidades y los de Baza daban incesantes avisos a su rey moro de Granada Mahomad el quinto de este nombre quien acudió a Don Alonso el Undécimo que tenia puesto cerco a la plaza de Abenzayde, que ahora se llama Alcalá la Real, ofreciéndole la entrega de esta plaza con tal de que el Arzobispo don Gil quitase el cerco de Baza. Se levantó el cerco de Baza porque no sería de perjuicio alguno al derecho que tenía sobre la ciudad de Baza y entregada Ciudad Real asignándola por sufragánea de la metrópoli de Toledo y para conservar su derecho creó el mismo Arzobispo en esta colegial una dignidad con el título de Arcediano de Baza y se arrendaban los diezmos de los lugares de Baza poseídos por los cristianos unas veces para Toledo y otras para Cazorla


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    editado por: ASandy, 21/06/2011 12:12h<!-- end editby -->
  • Publicado: 05.07.2011, 12:58
     
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    VARIAS NOTICIAS DE BAZA....
    Continuación.

    Siguiendo la sucesión de los años se ofrece memoria de Baza el año de 1360 en que era caudillo de esta ciudad y de Almería Juzaf Aben Huz. Por muerte del caudillo Juzaf sucedió en la alcaldía de Baza su hijo Omar Aben Ayar, y a este su hijo Cid Yahya que casó con la hija del rey Bermejo de Granada y tuvo por hijo a Juzaf Benalmao que fue coronado rey de Granada el año 1432 aunque murió al sexto mes de su reino..
    El año siguiente 1433 Don Juan el segundo envió a don Fernando Álvarez de Toledo por Capitán General del reino de Jaén quien ganó por la fuerza de las armas la Villa de Benzalema que estaba en la Hoya de Baza, de cuya población solo permanece hoy un castillo en ruinas. Del mismo modo ganó la Villa de Benamaurel.

    El año1435 Don Rodrigo Manrique tomó por fuerza y a escala la ciudad de Huescar, habiendo introducido en el Castillo Cabzani, moro principal en Baza, algunos ballesteros, pero el Adelantado de Cazorla y don Fernando Álvarez de Toledo desbarataron un grueso escuadrón de los enemigos que iba a socorrer a la fortaleza con lo cual se rindió el Castillo.
    Esta victoria causó en Castilla singular gozo por tratarse de una plaza de las principales que los moros tenían en las fronteras.
    Al año siguiente de 1436 el Adelantado Alonso Yánez Fajardo puso cerco sobre los lugares de Cúllar, Orce, Vélez el Rubio y Vélez el Blanco y los moros fueron obligados a rendirse.
    Los Alcaides de Guadix y Baza enviaron embajadores al Rey de Castilla Don Juan el segundo suplicándole dispusiese darles otro rey pues Mahomad Abenazar los maltrataba y contra quien ofrecían hacer cuanta guerra pudiesen. El Rey dijo vendría en ello con tal de que las fortalezas conquistadas él pudiese darlas a quien quisiese. Demoraban mucho la respuestas los Alcaides y el Rey Don Juan mando a Don Fernando Álvarez de Toledo talara estas tierras como se había hecho antes en la vega de Guadix con asistencia del Obispo de Jaén sin dejar en ella planta, espiga ni hoja verde que no cortasen. Con este suceso se rindieron al mismo tiempo a Don Rodrigo Manrique la comarca de Baza y Huescar y las fortalezas de Galera y Castilleja, que dejándolos vivir con sus haciendas, y como vasallos del Rey de Castilla, pagasen los mismos tributos que habían estado pagando a Mahomad, rey de Granada.

    Después Mahomad acometió con sus gentes por la Hoya de Baza donde ganó en 1446 a Benamaurel y aprisionó a su Alcalde Juan de Herrera, con muerte de muchos cristianos y prisión de todos los demás. De aquí pasaron a Benzalema del que era alcaide Álvaro de Pacellín que no queriendo rendir por ruegos la fortaleza, los moros la invadieron de tal forma que pasaron a cuchillo al alcalde y a cuantos cristianos hallaron dentro de ella.
    El año siguiente de 1447 el mismo rey moro recobró a Huescar, Vélez Blanco y Vélez Rubio. Estos lugares por ser fronteras de los moros, estaban en su poder una temporada y otra en el de los cristianos, hasta que fueron restauradas por los Reyes Católicos.

    El año1452 Abidbar del linaje de los Gomeres, deseando adquirir fama consiguió de su rey moro licencia para entrar en tierra de cristianos por el reino de Murcia. Salió de Granada con alguna gente de Guadix siendo su alcaide Almoradí quien le acompañó personalmente con mucha infantería y caballería. Al mismo tiempo Alabez alcaide de Almería paso con gente muy versada en guerra a Guadix y marcharon a la ciudad de Baza donde era alcaide Abenhaciz. A esta empresa se unieron once alcaides de la zona de Baza y de aquí partieron para la ciudad de Vera de quien era alcaide el valiente Alabez. Con una gran ejército de unos mil infantes y se cree que mil doscientos los caballos. Después de Abidbar, eran cabos principales de esta gente los alcaides de Guadix, Baza, Almería, Huescar, Vera, Purchena, Cullar, Caniles Orce, Vélez el Blanco, Vélez el Rubio, Mujacar, Ximena, Lobrín, Sorbas y el capitán de la vega de Granada.

    Desde Vera por el mes de marzo pasaron a Lorca y Cartagena donde cautivaron cincuenta cristianos y apresaron cuarenta mil cabezas de ganado. Marcharon muy ufanos por la sierra llamada de Aguaderas. A este tiempo salieron de Murcia y Lorca, con dos mil infantes y trescientos caballos el adelantado Alonso Fajardo y Diego de Rivera, corregidor de Murcia, y habiendo pasado una rambla a vista de los moros acometieron a e ellos con tal valentía que a los primeros encuentros fueron desbaratados por el grande daño que recibieron de las baterías de los cristianos. Almoradí capitán de Guadix y otros moros alabezes habiendo recobrado sus soldados revolvieron contra los cristianos, hiriendo a muchos y matando algunos. Señalóse en hacer daño a los nuestros Abenhaciz, el caudillo de Baza, quien mató de una lanzada a un cristiano y comenzó a retirarse pero fue seguido para hacer venganza por Alonso de Lisón, del Hábito de Santiago, y quien acometió el caudillo de Baza más Alonso de Lisón se defendió con feroz ímpetu consiguiendo herir al moro por dos partes y al final tuvo forma de tirarle un golpe tan fuerte que le atravesó el cuerpo con la lanza y Abenhaciz cayó del caballo en el que montó Alonso por tener el suyo mal herido y se volvió muy gozoso a incorporarse con los nuestros que continuaban con la batalla que llegó a ser muy sangrienta y tanta la confusión con los alaridos y embarazo de los cuerpos de hombres y caballos muertos, que casi no podían moverse, ni conocerse unos a otros, hasta que con el favor de Dios Abidbar se puso en fuga con trescientos soldados que pudo sacar.

    Consiguiose este triunfo el viernes 17 de marzo de 1452 día de San Patricio. De los cristianos quedaron en la batalla cuarenta muertos y más de doscientos heridos, os demás se volvieron muy gozosos con las presas de ganado y ricos despojos a Murcia y Lorca. De los moros murieron mas de ochocientos, entre ellos el alcaide de Baza, Abenhaciz su hermano, los capitanes de Huéscar, Almería, Vera, Los Vélez, Cullar y Orce.
    El capitán Abidbar se volvió muy triste a Granada quien su rey Aben Hozmín le mandó quitar la vida, según se cree, por haber perdido la victoria.




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    editado por: ASandy, 05/07/2011 14:09h<!-- end editby -->
  • Publicado: 18.07.2011, 18:46
     
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    DE LA GUERRA QUE HICIERON LOS REYES CATÓLICOS EN LA COMARCA DE BAZA Y GUADIX EL AÑO DE 1488.

    Fueron no pocos los reyes de Castilla que emprendieron la conquista de Granada, mas esta gloria la reservó Dios para dar el colmo de todas las felicidades al cetro de los Reyes Católicos.
    El año de 1482 dieron principio a estas guerras habiendo conquistado las ciudades de Alhama, Málaga, Vélez, Loja y otros pueblos y haciendo otras prevenciones con ánimo de entrar por el reino de Murcia el año 1488 en la comarca de Baza y Guadix.

    Estaban por ese tiempo muy encendidas las enemistades de Boaddili rey moro de Granada con su tío el moro Aboardilles a quien llamaban el Zagal el cual se había levantado con el nombre de rey de Guadix, teniendo de bajo de su facción y dominio a las ciudades de Almuñecar, Baza y Vera, con sus comarcas, y Almería con toda con toda la serranía de las Alpujarras de Granada de donde recibía rentas sobre todo por la riqueza de sus sedas. Decían los naturales que estaban muy desabridos con el rey de Granada que este era moro en el nombre, y de corazón cristiano

    Habiendo celebrado los Reyes Católicos cortes en la ciudad de Valencia acabándolas en la de Orihuela el año de 1488, pasaron a la de Murcia, de donde saló el Rey con su ejército el día 5 de Junio del mismo año llevando en su compañía al duque de Alburquerque , al marqués de Cádiz, a los condes de Ledesma, Santisteban, Castro, Cabra Buendía, Monteagudo, don Enrique Enríquez de Castilla, y a don Juan Chacón, adelantado de Murcia, con otros muchos de la adelantada nobleza.

    En Guadix estaba el rey Habo ardil con más de mil jinetes y quince mil infantes observando a donde acudiría con su ejército el Rey Católico, y creyendo fuese sobre Almería, pasó allá el rey moro con parte de su gente y puso guarnición en la fortaleza y quitó al alcaide sospechando traía sus pláticas para entregarse al Rey, quien informado de esta novedad acordó ir sobre Vera ciudad con mucha comarca y gente. Envió delante al Marqués de Cádiz con quinientos caballos para que procurase el Alcalde de Vera se rindiese, en que no hubo dificultad alguna. Y saliéndole a recibir al camino entregaron las llaves, y la Majestad Católica dio permiso para que viviesen los moros con sus bienes a los que quisiesen quedarse en Vera, Fue esta entrega el día 10 de Junio del año 1488. Los ecos de la rendición llevaron a las Cuevas también a su rendición donde dejó de Alcaide a Juan Benavides, y al día siguiente lo hizo Mujacar. Fue tanto el pavor que ocupó el ánimo de los moros, y temiendo les talasen los campos, se dieron a la obediencia después de diez días Vélez el Blanco, Vélez el Rubio, Nijar, Oria, Cantoria, Huercal, Bedar, Lubriel, Almarchez, Leudar, Sorbas, Overa, Lozaina y otros muchos lugares y castillos, quedando los moros por mudéjares y vasallos del Rey Católico, que deseaba ir sobre la ciudad de Almería, si bien impedía la entrada el Castillo de Tabernas inexpugnable por lo fuerte y alto.
    Para embarazarle la entrada en Almería, salió el rey moro de Guadix con mil caballos y veinte mil infantes y dejando guarnecido el Castillo de Tabernas pasó a Almería donde no hizo mansión, recelando ser cercado. Era su designio plantarse en los bosques y desde allí acometer a los cristianos que se desmandasen del ejército, no queriendo entrar en batalla por que sus soldados eran poco disciplinados y gente allegadiza.

    El rey hizo talar la campiña de Almería y Tabernas. Y A lo visto de lo que sucedía se entregaron luego Huescar, Castilleja, Galera, Orce, Tíjola, Cúllar y Benamaurel.
    De aquí pasó el Rey a talar la vega de Baza, y los moros del lugar confiados en sus baluartes y en la caballería que tenía el rey moro en Guadix, salieron a escaramuzar con los nuestros, que padecieron no poco daño por ser los contrarios muy conocedores de las entradas y salidas de la vega y de sus acequias abundantes que repartían aguas por sus llanos.

    Murieron varios jinetes de ambas partes, de los nuestros Don Felipe de Aragón sobrino del rey y Maestre de Montesa.
    No pudiendo el Rey emprender el cerco de Baza por el corto número de gente que tuvo en esta campaña, a causa de la peste que se padecía en Andalucía, determinó dar vuelta a Huéscar, donde dejó la tenencia a don Rodrigo Manrique, y por capitán de sus fronteras a don Luis Portocarrero primer Conde de Palma.

    Desde Huéscar fue su majestad por la ribera del río Segura a Caravaca y Murcia, de donde pasó el reino de Toledo y de aquí a Castilla la Vieja donde invernó.
    El rey moro de Guadix viendo menoscabada su reputación por la pérdida de tantos pueblos, quiso despicarse y atacó a la comarca de Baza y Almería y restauró por combate a Nijar, De aquí pasó a combatir a Cúllar donde por gran valor de su capitán Covarrubias recibiendo gran daño, y el rey moro se retiró a Baza.


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    editado por: ASandy, 18/07/2011 20:05h<!-- end editby -->
  • Publicado: 27.07.2011, 13:06
     
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    PROSIGUEN LOS REYES CATÓLICOS LA GUERRA DE BAZA Y GANAN LA VILLA DE ZUJAR Y OTRAS.

    Queriendo los Reyes Católicos cortar las últimas ramas del cetro africano, saliera de Medina del Campo el 27 de Marzo de 1489, llevando en su compañía al Príncipe Don Felipe, a las infantas su hijas y a Don Pedro González de Mendoza, Arzobispo de Toledo, visitaron de camino la casa de Nuestra Señora de Guadalupe, y llegaron a Jaén donde se prevenía el ejército para poner asedio a la ciudad de Baza y obligar la rendición de Guadix, Almería y otras fortalezas. Los moros de Baza estaban reputados de los más valientes y versados en la milicia y tenían, según diversas opiniones, más de doce mil jinetes y unos cuarenta mil infantes, ejército el más poderoso que se vio en aquel tiempo.
    La Reina se quedó en Jaen, con el Príncipe, las Infantas y el Gran Cardenal para cuidar de aquella campaña en sus provisiones necesarias allanando caminos y buscar dinero para pagar los sueldos. El día 27 de mayo salió el Rey de Jaén con su ejército y ordenando las batallas.
    En la delantera del ejército iba con ciento cincuenta caballos el alcaide de los Donceles y los mariscales. En la vanguardia el Maestre de Santiago con mil y ochocientas lanzas, setecientos infantes y cincuenta espingarderos de Toledo, en la una de las alas de esta batalla iba el Clavero de Calatrava con cuatrocientas lanas y mil infantes, y en la otra Pedro López de Padilla con doscientas lanzas.
    En la tercera batalla marchaban mil jinetes y mil infantes del Gran Cardenal-Arzobispo llevando por capitanes a Don Rodrigo de Mendoza, señor del Cid, que después fue Marqués del Zenete y a su tío el Adelantado mayor de Cazorla don Pedro Hurtado de Mendoza.
    En la cuarta batalla se seguía la infantería y caballería de las Hermandades.
    En la quinta, Don Diego de Córdoba conde de Cabra con doscientas y cincuenta lanzas y trescientos peones.
    En la sexta Don Enrique de Guzmán con trescientas y cincuenta lanzas. En la séptima el Marqués de Aguilar y Hernán Duque con cuatrocientas y veinte lanzas y doscientos infantes. En la octava Don Francisco de Velasco con trescientas lanzas y ciento ochenta peones. En la nona iban trescientas lanzas del Duque de Medina-Sidonia y ciento y cincuenta del Duque de Medina- Celi. En La décima don Alonso de Aguilar con trescientas lanzas y trescientos infantes.
    Delante de la batalla real marchaba el Conde de Tendilla con cuatrocientos y sesenta lanzas suyas y de su hermano el Arzobispo de Sevilla, y con ciento veinte cinco Don Martín de Acuña. En la batalla real llevaba el Marqués de Cádiz quinientas y cincuenta lanzas y trescientos peones; Gonzalo Fernández de Córdoba, setecientas lanzas; Diego de Figueroa, alcaide de Morón, cien lanzas y dos mil quinientos y cincuenta infantes de las Asturias, Vizcaya y Castilla la Vieja, y otros capitanes con diferentes número de lanzas.
    En la ala derecha de la batalla real iba el Conde de Cifuentes con quinientas lanzas y cinco mil peones. En la siniestra marchaban seiscientas lanzas y cuatro mil infantes Para custodia del fardaje iba Alonso Enriquez, corregidor de Jaén, con doscientas y cincuenta lanzas y mil peones; Juan de Robles con doscientas lanzas y ochocientos peones, y Pedro de Angulo con trescientas lanzas y mil peones de Úbeda y Baeza. En la retaguardia iba don Luis Fernández Portocarrero, señor de Palma, con cien lanzas; Don Rodrigo de León con doscientas y cincuenta lanzas, y otros con otras. Fuera de esto mandó el rey poner gente hacia la serranía de Guadix y otras partes, para impedir los asaltos a las recuas que habían de conducir para los mantenimientos del real.
    El rey moro de Guadix ante el asedio de Baza envió a Zujar infantería y caballería para que esta fuese antemuro de Baza. Pero el Rey Católico después de enviarles requerimiento a la Villa de Zujar para que se entregasen, los moros confiando en lo fuerte del sitio y en lo numeroso de sus torres no quisieron dar oído a este mensaje y salieron a pelear en los sitios inmediatos a su entrada, pero los nuestros haciendo retirar a los contrarios, ganaron el arrabal, donde mandó el Rey Católico aposentar la gente de Galicia por diversos sitios poniendo estancia por varias partes aún con piezas de artillería y mandó prevenir manderetes y bancos pinjados para llegar al muro. Los gallegos hicieron una mina hasta la torre mayor que defendían los moros. Prosiguieron los combates con terrible osadía hasta que los moros hicieron llamada diciendo que entregaría la villa concediéndoles seguridad de sus vida y bienes, pero el Rey con lo que había precedido, mandó se continuasen con mayor esfuerzo los combates. Los moros despechados dijeron que el partido más honroso era morir peleando y con ánimo hicieron ellos otras minas y con calderas abrasaron los bancos pinjados y algunos manderetes causando tanto daño a los nuestros que les obligó a retirarse del combate. Algunos capitanes expusieron al Rey no era acertado exponer las fuerzas del ejército tan poderoso cuyo principal esfuerzo era el cerco de Baza. Movido el Rey por estas y otras razones aceptó concederles a los de Zujar el privilegio de la vida con permiso de que se retirasen a Baza, dejando todas sus armas y así pusieron su guarnición las católicas.
    El Conde de Tendilla marchó a combatir las fortalezas de Freila y Bacor y aunque no pudo rendirlas en los primeros combates volviendo con mayor número de gente se vieron obligados los alcaides moros a entregarse. Dejada guarnición en Freila y Bacor, el Conde de Tendilla hizo requerir al alcaide moro de Benzalema entregase la fortaleza quien decidió mas por temor entregarla, con tal que fuese el mismo Rey en persona a recibirla, como lo hizo.
    A penas llegó la fama de estas victorias a Caniles, que era lugar muy fuerte, entregaron su fortaleza los moros sin esperar el suceso de Baza, cuyo cerco emprendían a toda prisa y esfuerzo. Sabiendo el rey de Guadix la pérdida de Zujar y demás Castillos, y que el Rey Católico intentaba sitiar a Baza, se contristó notablemente, por lo cual hizo introducir en Baza a infantería de gente que había más bien disciplinada en Guadix, Almería, Alpujarras, Tabernas, Purchena y sus comarcas con otras que le habían llegado de Granada. Se cree que llegaría a unos diez mil hombres el número de gente con los otros ocho mil que ya había en la ciudad donde estaba el caudillo Mahomad Aben Hacen el Viejo, siendo su alcaide Hamel Aben Hallí, con numerosos capitanes.



    DEL CERCO QUE EL REY CATÓLICO PUSO A LA CIUDAD DE BAZA, Y DE LO MUCHO QUE EN ÉL SE TRABAJÓ Y PELEÓ (primera parte)


    La ciudad de Baza tenía el muro muy fortificado, con numerosas y grandes torres, y especialmente había cuatro torres albarranas muy altas y anchas. En lo alto de la ciudad estaba el alcazaba con muchas torres y eminentes muros. A la salida de la ciudad estaban plantadas muchas huertas con mucha espesura de árboles frutales donde había más de mil torres pequeñas porque cada vecino edificaba una inmediata a sus árboles, no siendo menor el número de acequias artificiosamente dispuestas que la fortalecían. Pero Don Fernando que había ya conquistado Zujar y sus numerosos castillos tenía muy bien considerada la planta de la ciudad y terreno de Baza, a cuyo asedio dió principio entrado el mes de Junio. Puso el real algo desviado de las huertas aunque después acordó ponerlo dentro de las mismas huertas. Para hacer las estancias necesarias y que esto no lo pudiesen impedir los enemigos, fuese mandó que Don Alfonso de Cárdenas con su infantería y caballería por medio de la huertas fuese en derecho de la alcazaba; que el Marqués de Cádiz y don Luis Fernández Portocarrero, con la gente de Asturias y Castilla la Vieja se pusiese por parte de la sierra Javalcohol; a Don Rodrigo de Mendoza y a su hermano el Adelantado de Cazorla como a otros, señaló con la gente de Écija y Cazorla guardasen otros puestos.
    A vista de estos movimientos los moros confiaban mucho en su numeroso ejército y en sus muros y fortalezas. Pero determinaron no esperar a que el Rey se acercase demasiado a sus fortalezas, y saliendo de la ciudad repartieron por la huertas y acequias alguna infantería y ballestería y un buen trozo de su caballería, luego que hicieron las trompetas señal de acometer se trabó una horrible pelea, hiriéndose con los tiros de espingardas, lanzas y saetas, siendo notable la confusión de unos y de otros. Fue tan ruidosa la algazara y estruendo el alarido que levantaron los moros que parecía que se venía el cielo abajo. Pero los nuestros ganaron algunas torres de las huertas a las que pegaban fuego los moros, y los nuestros del mismo modo pegaban fuego a las que conquistaban los moros. Después de doce horas los moros fatigados se vieron obligados a retirar a un sitio que tenían fortalecido con palizadas entre las huertas y arrabales de la ciudad. Murieron de ambas partes algunos soldados principales y de los moros el Capitán valeroso Reduán Zafarxa de que hicieron señales de sentimiento los moros de Baza.
    Retirados los moros por mandato del Rey Católico se hicieron diferentes instancias fortalecidas con palizadas en las mismas huertas. Los moros no cesaban de disparar día noche con numerosas escaramuzas, por lo que el Rey y su Consejo determinaron poner de nuevo el real fuera de las huertas donde antes lo había colocado.


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    editado por: ASandy, 27/07/2011 14:27h<!-- end editby -->
  • Publicado: 05.08.2011, 19:58
     
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    DEL CERCO QUE EL REY CATÓLICO PUSO A LA CIUDAD DE BAZA, Y DE LO MUCHO QUE EN ÉL SE TRABAJÓ Y PELEÓ

    Habiendo mudado el real proseguían las escaramuzas de los moros por quedarles libre las entradas y salidas, y servían de mucho embarazo a los nuestros las acequias de las aguas y los fosos encubiertos. En las escaramuzas no les eran los nuestros iguales a los moros por la presteza de estos en retirarse para volver sobre los nuestros. Congojaba al Rey Católico la tardanza pues se deseaba la brevedad y el éxito favorable. A esto se le añadía los restos aún de la peste de años pasados. Vacilando en si debían desistir de la empresa acordó convocar a sus grandes Capitanes. Para el comendador mayor de León, don Gutierre de Cárdenas y otros no se debía alzar el sitio porque cobraría mayor aliento el orgullo de los moros, o les vendrían socorros de África y que la presencia solo del Rey era suficiente para causar temor a los enemigos e infundir ánimo a los nuestros.
    El Marqués de Cádiz con otros era partidario de levantar el cerco manteniendo el crédito adquirido en aquella y antecedentes campañas que no exponerlo a la contingencia del peligro de las fortificaciones moras la espesura de los árboles y las quiebras de la tierra y volver años después.
    El Rey sin contrapesar los votos, consultó el punto con la Reina, quien respondió con discreción defiriéndolo todo al juicio del Rey y de su Consejo, pero si acordaban continuarlo, según en principio se había acordado, ofrecía dar órdenes, con el favor de Dios, para que prontamente fuesen proveídos de dinero, mantenimiento y cuanto necesitasen, hasta que la ciudad se ganase. Gracias a esta respuesta infundió singular gozo para continuar el cerco de Baza. Y así se sentaron dos reales uno a parte de la sierra con cuatro mil caballos y ocho mil infantes con el duque de Cádiz, marqués de Aguilar, el conde de Ureña, don Luis Fernández de Portocarrero y los Comendadores de Alcántara y Calatrava. En otra instancia, hacia la Vega, estuvo el Rey con seis mil jinetes y gran número de infantería de las Provincias de Vizcaya, Guipúzcoa, Asturias y Galicia y en su compañía el Maestre de Santiago, Don Rodrigo y Don Pedro Hurtado de Mendoza y Don Gonzalo Fernández de Córdoba, con otros de la primera Nobleza de Castilla. Casi en medio de estos dos reales estaba la ciudad y los reales uno del otro estaban a una legua de circuito. El Rey ante la dificultad de ayudarse el uno al otro mandó hacer muchas cavas y palizadas. Dio el encargo de talar las huertas al Comendador Mayor de León asistido de los soldados de Hermandades que envió la Reina. Trabajaron cuatro mil peones.
    Fenecida la tala que duró por espacio de cuarenta días, se descubrió la ciudad mas clara por aquella parte. Pero como el circuito era muy dilatado mandó el Rey que con los árboles cortados fabricar en todo su contorno un foso y palizada, que llegaba de un real a otro. Al mismo tiempo hizo fabricar quince castillos de tapias, con sus torres y almenas. El uno de ellos encargó la majestad a Juan Carrillo con la gente de Castilla la Vieja; otro a Antonio de Arévalo con la de Guadalajara, otro a Alfonso de Barahona con la del Arzobispado de Toledo y a este modo otros a diferentes capitanes.
    En la parte que mira la sierra mandó levantar un Fortín, y como eso no obstante quedaba a los moros alguna libertad para salir y apresar los ganados, mandó hacer otro foso y palizada que llegase a la sierra arriba, cuya obra encargó con diez mil peones al Comendador Mayor de León quien tardó en ejecutarla dos meses a causa de las escaramuzas y disparos de los enemigos, Esta obra tenía dos leguas de andadura.
    Como algunos moros se pasaban a nuestro ejército manifestaron que si se tomase la fuente que estaba en la cuesta de Albohasen, a la que hoy se llama sitio de las siete fuentes, perecería la ciudad de sed. Lo intentaron pero antes tenían que talar la zona y los moros ante la necesidad vital del agua hicieron huir a los nuestros y fueron ellos los que edificaron un castillo de tapia de donde se defendieron.
    Mientras esto pasaba en el cerco, trescientos jinetes y doscientos infantes, queriendo adquirir honra, y pasando a las aldeas cercanas a Guadix apresaron a algunos moros y ganado, lo cual sabido por el rey moro de Guadix mandó seiscientos soldados a quitarles la presa, y trabaron tan sangrienta pelea que hubieran cantado victoria los moros a no ser por la valentía de Hernán Pérez del Pulgar, alcaide de Salar, que levantando en su lanza una toca de lienzo infundió su belicoso y osado espíritu y acometiendo a los moros, mataron cuatrocientos, aprisionando a algunos y siguieron al alcance de los demás hasta muy cerca de Guadix. El rey armó Caballero a Hernán Pérez del Pulgar concediéndole poner por divisa en su escudo una toca atada al cabo de su lanza con un león y once castillos, que fue la bandera de aquella victoria.
    Sabiéndose por este tiempo en Granada el conflicto de Baza se formó gran gritería contra el rey Boaddili, que enemistado con su tío el rey de Guadix no quería socorrer a Baza.
    Los moros granadinos celantes de la observancia de Alcorán publicaban que los menoscabos que padecían en España la morisma eran por tener enojado a Dios, y conspiraron matar al rey, pero este enterado los hizo prender y les cortó las cabezas.
    Pasados cuatro meses después del cerco a Baza se mantenían los moros constantes en su defensa y los nuestros hacían escaramuzas para manifestar ostentación de fuerza y temiendo que las primeras lluvias les obligase a levantar el cerco.
    Avisada la Reina del estado de las cosas envió por el mes octubre dos mil soldados de a caballo asistidos por el Duque de Nájera, don Pedro Manrique, del Duque de Alba, don Fadrique de Toledo, del Almirante de Castilla don Fadrique Enriquez, del marqués de Astorga y otros caballeros y ricos-hombres de Castilla.
    Los enemigos habían perdido gran parte de su caballería y por los mismos días fue socorrido nuestro ejército con un buen número de ballesteros, espingarderos y peones, encaminados de diferentes ciudades a los que la Reina con leve seña de su agrado experimentaba obsequiosos y prontos a la contribución a los pueblos comarcanos. Los moros sabiendo el daño que les causaba el foso de la sierra, un día ya retirados de su escaramuza, se pusieron en celada y saliendo por la tarde sorprendieron a algunas tropas del Mayor de León y Don Rodrigo de Mendoza donde fue herida o muerta alguna gente con sus caballos, de ambas partes. Sospechando que algunos de los moros que se pasaban a los nuestros informaban a los suyos de las maniobras, el Rey con público bando que ninguno saliese sin su licencia a escaramuzar y expelió de los reales a los moros, recelándose darían aviso a los de Baza; mandando que adelante no fuesen admitidos si no es como esclavos. Mas esto no obstante, se pasaban a los nuestros teniendo por mejor partido vivir como esclavos que no morir de hambre.

    El católico Rey ante el incesante orgullo de los moros, hizo poner tres celadas contra ellos, deputando en una al marqués de Aguilar, en la otra a don Luis Fernández Portocarrero, y en la otra se puso él mismo, y al toque de las trompetas salirse de todas tres embistiesen al mismo tiempo, y obrando con tanto brío segaban a una y otra parte gargantas sarracenas en que murieron quinientos moros, retirándose otros a sus albarradas, sin haber padecido daño alguno los nuestros.
    Sin embargo se encendió le furor de los moros y pusieron en otro día una emboscada con quinientos infantes y setenta caballos, los cuales mataron algunos cristianos y cautivaron a otros por no haber llegado a tiempo los socorros. El rey de Baza también mando a tres mil infantes y cuatrocientos caballos, dirigidos a la parte de la sierra, salieron los nuestros a su encuentro trabando una sangrienta refriega, por espacio de cuatro horas, siendo de los nuestros ventajoso el número y de los moros el sitio, se halló haber muerto quinientos de los moros y trescientos de los nuestros entre los que estaba Juan de Luna hijo primogénito de Pedro de Luna.
    Fatigados después de cinco meses de sitio a Baza, el Rey Católico mandó hacer más de mil casas de tapia, puestas en orden por sus calles, sin muchas chozas para que se defendieran los soldados de las inclemencia de los temporales. Aunque sobrevinieron tales lluvias que arruinaron muchas de ellas y maltrataron los caminos. Pero con el corazón de la Reina envió luego muchos oficiales con seis mil peones que abrieron los caminos, hicieron calzadas y puentes, con dos sendas principales por las que pudieron pasar los mantenimientos. La Reina traía a su coste catorce mil acémilas para proveer los ejércitos. Solicitó cuantiosos emprestidos de prelados, caballeros y personas particulares. Pidió nuevos servicios a los reinos, y creciendo los gastos, empeño sus alhajas de oro y plata, y sus mismas joyas. Mantenía cuatro o seis tiendas con muchos médicos, cirujanos, y las medicinas necesarias, y los llamaban el Hospital de la Reina.
    Considerando el Rey la duración del cerco, acordó hacer un baluarte inmediato a los arrabales de Baza, cuya fábrica encomendó al duque de Nájera y al de Cádiz con otros caballeros. Los cuales con dos mil peones levantaron el baluarte tan cercano a las estancias de los moros que se tiraban piedras los unos a los otros. Pasados unos cuatro días salieron de la ciudad cien jinetes a fin de apresar algunos cristianos que registraron demandados del ejército; más acudiendo con su gente don Álvaro Bazán les frustró el intento trabando batalla durante una hora. Por otra parte salieron los capitanes Bernal Francés y Sancho de Águila con ánimo de pegar fuego a una estancia de los enemigos, más llegando a la defensa quinientos de ellos lucharon durante algunas horas hasta que enviando socorro el Rey Católico se vieron los moros obligados a retirarse, quedando herido entre otros don Álvaro de Bazán y muerto su caballo.
    No queriendo mostrar flaqueza los sitiados, salieron de Baza otro día trescientos de a caballo y dos mil de infantería, encaminados a lo alto de la sierra para estorbar la cerca en que todavía se trabajaba, donde llegados mataron algunos escuderos del conde Ureña y luego enderezaron contra otros que estaban de guardia en la colina retirándolos, hasta que hicieron rostro a los moros el conde de Tendilla, don Gonzalo Fernández de Córdoba y poco después el conde de Ureña y don Antonio de Aguilar con la gente de sus capitanías, aunque a gran peligro, acometieron a los moros de infantería que ocupaban un cerro y les hicieron desamparar el sitio y retirar a sus estancias.
    A los sitiados aunque cada día les iba faltando número de su gente, no por eso decaían de su tesón. Animábamos Yhaca, alcaide de Almería que estaba dentro de Baza y era primo del rey Zagal de Guadix. Hallándose apurados de dinero los sitiados tomaron las joyas de las moras y cuantas alhajas de oro y plata que había en la ciudad, con las que cuñaron moneda, de que pagaron el sueldo que debían a la gente de guerra, esforzándola a pelear.

    ( El siguiente, la rendición importante de Baza)


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    editado por: ASandy, 05/08/2011 21:04h<!-- end editby -->
  • Publicado: 15.08.2011, 20:07
     
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    PASA LA REINA CATÓLICA AL CERCO DE BAZA, ASISTIDA DEL GRAN CARDENAL, Y SE ENTREGA LA CIUDAD

    Causándole al Rey Católico sumo desconsuelo la dilación y trabajos que padecían en el sitio de Baza, rogó a la Reina se viniese al real. La misma súplica hicieron los grandes y nobles ya que con su venida se persuadirían los moros que determinaba el rey habitar allí de asiento con ella, hasta rendir la ciudad.
    Otros eran de sentir que convenía levantar el real dejando bastantes guarniciones en Zujar, Caniles y otros lugares, a vista de los peligros y contingencias de un dilatado invierno en que ya les comenzaba a afligir la penuria de alimentos.
    Mas la Reina Católica , acordándose que en los lances más difíciles, a contradicción de los medios humanos, le habían socorrido las armas auxiliares del cielo, acordó marchar al cerco de Baza llevándose a su hija Infanta Doña Isabel, el Gran Cardenal de España, y dejando en Jaén al Príncipe Don Juan y a las infantas sus hijas.
    El Rey Don Fernando acompañado del Gran Maestre de Santiago, del Duque de Cádiz y otros, salió a recibirla al camino y entraron en el real día siete de noviembre del año 1489. La presencia de la Reina causó universal gozo y cayeron mucho de ánimo las esperanzas que tenían concebidas los moros de que se alzaría el cerco por la fatiga de los temporales. Ante la venida de la Reina se vio la repentina situación de las cosas porque cesaron los asaltos, escaramuzas y refriegas cesando los tiros que una y otra parte se disparaban. Al tercer día la Reina reconoció la planta del cerco. Dice una leyenda que los moros le dijeron a la Reina que se fuese a hilar, pero apuntando la artillería desde el sitio donde hoy está la ermita de la santa Cruz derribaron al segundo tiro a una de las más fuertes y eminentes torres del alcazaba.

    Cuando menos se pensaba, significó el caudillo de Baza a los nuestros que deseaba oír lo que las Majestades Católicas le mandaban. Encomendaron a Don Gutierre de Cárdenas, acompañado de gente armada, Comendador Mayor de León, para que se abocase con él recibiendo las seguridades convenientes de una y otra parte. Y el caudillo moro acudió asistido de algunos caballeros a vista del real y de la ciudad., y Don Gutierre le habló así al moro: Si vos, honrado caudillo, pensáis que ejecutado lo último de vuestro valor y esfuerzo podéis al fín librar la ciudad del poderío el Rey y la Reina, mis señores, os quiero decir que aunque seáis conocido por caballeros esforzados, seréis habidos por hombres mal aconsejados; porque, según sabéis, es ley común a todos los humanos obedecer al más poderoso, y cualquiera que intenta impugnar esta ley, más propiamente se puede se puede decir codicioso de mala muerte que amador de la verdadera libertad; y así os vengo a declarar que la voluntad de los Reyes es haber en su señorío esta ciudad, y conociendo ser más seguro el reinar voluntario que el imperio forzoso, quieren que esto se haga con voluntad vuestra y de los ciudadanos afín de usar de piedad con vosotros y no del rigor, que en la furia del vencimiento no tiene templanza. Por lo tanto, honrado caudillo, (a quien deseo más el bien que vuestra perdición) os amonesto que el propósito que hasta aquí habéis tenido de resistir lo convirtáis en obedecer, y la crueldad que ocupa vuestro ánimo en dar y recibir muertes la mudéis en dar vida y seguridad a vos a vuestros ciudadanos; y si entendéis que a Dios y a vuestra ciudad habéis dado buena cuenta hasta aquí resistiendo, de aquí en adelante se la daréis mejor obedeciendo; y pues no podéis resistir, considerad cuantas ciudades y villas de este reino habéis perdido, cuantos de sus moradores vencidos, muertos y cautivos; los campos destruidos, la caballería destrozada y vuestras riquezas consumidas.

    Oídas estas y otras razones, respondió el caudillo lo comunicaría con el alcaide y capitanes de Baza, los cuales fueron de parecer que se debía dar cuenta de todo al rey de Guadix. Para lo que partió hacia Guadix el Alcaide de Baza y enterado cuanto pasaba lo confirió en su consejo a los alfaquíes y ancianos. Los cuales unos pensaban que había que pedir socorro al pueblo de Granada por hallarse los de Baza constituidos en la más urgente necesidad, y expuesta la morisma de España al último conflicto y peligro inminente de su total ruina, acudiendo los moros de Guadix junto a los de Granada. Otros discurrían por inútil que se hiciese tal requerimiento porque estos se opondrían al socorro como lo habían hecho otras veces por gozar de la protección y seguridad que les guardaban los Reyes Católicos de algunos años a esta parte. Prefiriendo que los moros de Baza se entregasen a la clemencia de los Reyes capitulando como mejor pudiesen la seguridad que se les daba de sus personas y de sus bienes. El rey de Guadix, oídas estas razones, respondió al alcaide de Baza que no sufriesen más trabajos y peligros, en que ya no cabían treguas para el sueño y el alimento, por lo cual les daba su permiso para que capitulasen. En Guadix se levantó entre los moros populares de la ciudad grande algazara y sentimiento exclamando que lo que en los siglos pasados habían gozado se mudaría presto en esclavitud y sujeción a un rey ajeno de su ley.

    Habiéndose vuelto el alcaide de Baza y referido al caudillo la respuesta del rey Zagal de Guadix significaron al Comendador Mayor de León se llegase el mismo sitio que antes se hablaron, donde el caudillo le dijo estas razones: Noble caballero, ni la mengua de nuestros muros, ni la de los moros que los guardan, nos estrecha a entregar al rey Don Fernando y la reina Isabel la ciudad de Baza: pero muévenos la gran virtud y nobleza de su real condición, que pone voluntad a estos capitanes y a mí para se la entregar, como lo experimentarán, recibiéndola solamente de mis manos; y movido por ferviente amor que tengo a su servicio, prometo reservadamente a vos, noble caballero, influir con tal maña, que sin trabajo ni costa alguna las ciudades de Guadix y Almería sean entregadas a su poder; con tal pacto, que los moradores de ellas (viviendo so el imperio de su real dominio) puedan mantener la ley de sus padres, morar en sus casas y poseer sus bienes. Otrosí con tal condición, que deban gozar la defensa y seguridad que todo buen rey está obligado a hacer a sus leales vasallos, según que vos de parte sus altezas lo ofrecisteis.
    Comunicada esta respuesta a los Reyes Católicos, ofrecieron al caudillo hacerle mercedes y admitirle en si real servicio.

    Se capituló en la forma siguiente: Lo primero, que todos los soldados moros que habían entrado a defender la ciudad de Baza salieran de ella con sus armas y caballos, a los lugares donde les pareciere. Que los moros vecinos de Baza saliesen a habitar a los arrabales, con sus bienes, o0 a donde les pareciese. Y quedando en los arrabales hiciesen juramento de fidelidad a los Reyes. Que acudirían a los Reyes contribuyendo los mismos pechos y tributos que solían pagara a sus reyes moros. Que las Majestades Católicas les permitirían vivir en las leyes de Alcorán y que en los pleitos serían juzgados según sus fueros africanos. Que la ciudad la entregasen dentro de seis días en que sacasen los moros todos sus bienes.
    Para seguridad de estos capítulos el caudillo y alcaide entregarían al Comendador quince hijos del caudillo y de otros moros principales. Entregados los rehenes ofrecieron reverentemente servir a los Reyes y Admitiéndolos sus Majestades con benignidad y les hicieron mercedes de dinero, topas y caballos. El día 4 de diciembre del año 1489 día de Santa Bárbara entregaron a los reyes las llaves del alcazaba y ciudad de Baza. Entrando los Reyes en ella el día 5 con solemne pompa y regocijo de la ciudad y cantando el Te Deum laudamus rindieron gracias a la divina Omnipotencia en reconocimiento del triunfo y restauración de esta ciudad.

    El Gran Cardenal Arzobispo de Toledo bendijo luego la mezquita mayor y otras tomando posesión de ellas y nombrando vicarios y ministros que ejerciesen el gobierno espiritual. El día que se entregó Baza fueron liberados quinientos cautivos que estaban puestos en mazmorras.
    Fue incomparable el gozo que causó a España y a la Cristiandad toda La conquista de esta ciudad, que duró seis meses y veinte días.
    Apenas se oyeron por la comarca los ecos de la entrega de Baza con las mismas capitulaciones se entregaron Tabernas y Serón con otros lugares de la Sierra de Filabres y Bacar, al Conde de Tendilla que las recibió en nombre del Rey. Fueron muchos alcaides moros a entregar sus fortalezas para gozar del indulto y no experimentar el golpe de la espada, y así Alí Abenfahar alcaide de Purchena y Paterna. Y suplicaban a sus Altezas conservasen aquellos vecinos con sus bienes y en la ley de sus padres. Recibieron estas villas en nombre de los Reyes Diego López de Ayala, capitán. Después pasaron los Reyes Católicos a recibir las ciudades de Almería y Guadix a manos del rey Zagal. El último día de diciembre de 1489 se hizo en Guadix alarde de toda la guerra, y se halló haber muerto desde el principio del cerco de Baza hasta la entrega de Guadix, veinte mil hombres, los tres mil muertos a manos de los moros y los diecisiete mil de dolencias sobre todo de forrajeros y portadores dado la aspereza del frío y los temporales.

    La Capitanía y alcaldía de Baza dieron las Majestades Católicas a Don Enrique Enríquez, tío del Rey Don Fernando y su mayordomo mayor, el cual nombró en la tenencia a su primo Don Enrique de Guzmán, hijo del Conde de Alba de Liste.
    En Baza quedaron por pobladores Diego Pérez de Santisteban, Gómez Carrillo, Andrés de Torres, Gonzalo de Quirós, Juan Izquierdo, Diego de las Higas, Diego Jiménez y N. de Párraga. Llegando a doscientos los caballeros hijosdalgo a quienes se hizo reparto de fuertes en Baza.


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    editado por: ASandy, 15/08/2011 21:18h<!-- end editby -->
  • Publicado: 23.08.2011, 10:57
     
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    ERECCIÓN DE LA INSIGNE IGLESIA COLEGIAL DE BAZA, Y JURISDICCIÓN DE SU ABADÍA

    Rendidas y entregadas las fortalezas de Baza el día 4 de diciembre de 1489 entraron en la ciudad los Reyes Católicos asistidos del Gran Cardenal Arzobispo de Toledo, de otros Prelados y de toda la Nobleza de Castilla, llevando tres Estandarte reales, uno con la divisa de la Santísima Cruz, otro con la de Santiago, Patrón de España y otro con las armas reales de sus Majestades, los cuales tremolaron en las más eminentes torres del alcazaba a la vista de la milicia que estuvo postrada de rodilla mientras los Prelados y Sacerdotes cantaban el Te Deum laudamus.
    En memoria de este día celebrará anualmente la Iglesia Colegial y ciudad de Baza la fiesta de Santa Bárbara, su patrona, a cuatro de diciembre, repitiendo alabanzas de gracias por esta victoria.

    Ejecutada en la alcazaba esta reverente y debida demostración, instituyó luego el Gran Cardenal sacerdotes que administrasen la cura de almas en Baza. Bendijo y dedicó iglesias para que fuese Dios alabado en el mismo sitio donde había sido ofendido por el rito del Alcorán. En presencia de los Reyes y de los nobles de Castilla purificó y bendijo el Gran Cardenal la Mezquita mayor (que ahora es la Iglesia Colegial) dedicándola a la Anunciación de María Santísima y deputó vicario y ministros que en su nombre ejerciesen en Baza y lugares de sus Abadía la jurisdicción eclesiástica.

    Pretendió el Gran Cardenal ser de su dignidad arzobispal el dominio temporal de Baza y muchas de sus villas, más habiendo reconocido alguna repugnancia en los reyes este punto, no hizo el Cardenal nueva instancia en él, y dejando en Baza y Huescar vicario y ministros que gobernasen lo espiritual, pasó con sus Majestades Católicas a la conquista de Almería, Guadix y Granada, suspendiendo por entonces erigir en Catedral o Colegial la iglesia Mayor de Baza en virtud de la facultad que tenía de la Santidad de Inocencio octavo para hacer semejantes erecciones en los pueblos que restaurasen de los moros. Aunque por aquel tiempo se hallaba Obispo titular de Baza Don Beltrán de Boira de quien se dice haber asistido en 12 de enero de 1494 en Pamplona a la coronación de los reyes Don Juan de Labrit y Doña Catalina, sin embargo se suspendió la erección episcopal, por considerar insuficientes las rentas de Baza para mantener su silla.

    Habiéndose, pues, conseguido de allí a dos años la deseada restauración de la nobilísima ciudad de Granada, el Gran Cardenal con acuerdo y a instancias de los Reyes, usando de la facultad apostólica, expidió bulas en fecha 21 de mayo de 1492 desde la Alambra de Granada, erigiendo la Iglesia de Baza en colegial con dignidades, canónigos, racioneros y ministros que sirviesen el culto divino.
    Creó en ella la dignidad de Abad, como superior a todos en este Cabildo. Aplicó para la dotación de la fábrica y mesa capitular todos los frutos y rentas que perteneciesen a la Iglesia de Baza por razón de diezmos, donación regia u otro cualquier fruto. El Gran Cardenal ordenó que la Iglesia de Baza fuese colegiata de aquel Obispado, y mandó que en su catedral tuviese silla de Abad. Ordenó que se gobernase todo a imitación de la catedral de Guadix previniendo que no por esto se reputase ser de su Obispado. Con estas y semejantes cláusulas se expidió la Bula de erección de esta insigne colegial y por no haberse aplicado por entonces a obispado alguno, se originaron después dilatados pleitos.

    Por haberse quedadazo la colegial de Baza y su Hoya sin aplicarse a obispado alguno, y gobernándose aquellos primeros años por los ministros del Gran Cardenal, Arzobispo de Toledo, de cuya metrópoli fue sufragàneo el obispado de Baza antes de la pérdida de España, parece ser que después se agregó al obispado de Guadix a instancia de su primer Obispo don Fray García de Quijada disimulándolo el Gran Cardenal pero otros consideran ser nota digna de censura en prelado tan heroico y vigilante; cuando la verdad, por otras parte, es acción loable en los príncipes saber disimular. De una forma o de otra, lo cierto es que por este tiempo se agregó a la Catedral de Guadix la colegial de Baza con los lugares de su Hoya y los de la Vicaría de Huescar, en que influyó la interposición de la Reina teniendo sus Majestades por motivo y razón de congruencia la cercanía de Baza a Guadix, cuyo territorio era muy limitado y amplísimo el de Toledo. Esta agregación quisieron los Reyes se hiciese con autoridad del Romano Pontífice, si bien parece no la hubo, respecto a los pleitos que después se originaron. Pero la noticia cierta es que Don García de Quijada ( obispo de Guadix) ejerció el gobierno espiritual en la Hoya de Baza y partido de Huescar hasta el año de 1504, siendo Provisor en la de Baza el Abad don Pedro Montano. No se sabe con certeza si estos actos jurisdiccionales los ejercía por su dignidad episcopal con el permiso del Gran Cardenal o la ejercía en virtud de la delegación del Venerable Arzobispo de Granada don Fray Fernando de Talavera que se presumía tenía para ello facultada de la Santa Sede, Aunque parece más creíble que esa jurisdicción dimanó de la tolerancia del Gran Cardenal y asenso de los Reyes, discurriendo haber delegado el Gran Cardenal en el Arzobispo de Granada y este en el de Guadix por la cercanía de Baza.

    Los Reyes Católicos restauraron la Hoya de Baza erigiendo en ellas parroquias iglesias fundándolas en las mezquitas de los moros, tras que fuesen purificadas. Y después, por Bula desde la Alambra del año 1492 se les aplicaron las rentas pertenecientes a las mezquitas tanto a las de Baza como a las de Guadix. El 26 de Mayo de 1505, Don Fray Diego Deza, arzobispo de Sevilla, hizo erección de beneficios y sacristías.
    En la Iglesia parroquial de Santiago de Baza, erigió dios beneficios y una sacristía.; en la de San Juan, otras dos, con sus sacristías. En cada una de las dos parroquias de Caniles, otros dos beneficios. En la de Cullar, dos; en la de Benamaurel dos; en la de Zujar, dos; en la de Freila y su anejo Bacor, dos; en la de Orce otro; en la de Galera dos; en la de Cortes, uno y otro en Castril. En cada una de las Parroquias de Santa María y Santiago de Huescar erigió dos beneficios y uno en el de Castilleja. A todas estas parroquias las llaman en la Bula iglesias del Obispado de Guadix.


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    editado por: ASandy, 23/08/2011 12:16h<!-- end editby -->
  • Publicado: 03.09.2011, 10:39
     
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    Nota de hoy: El largo camino que hubo de andarse hasta llegar a ser: Obispado de Guadix-Baza)

    BREVE NOTICIA DEL PLEITO QUE SE SIGUIÓ ENTRE LA DIGNIDAD ARZOBISPAL DE TOLEDO Y ESPISCOPAL DE GUADIX SOBRE LA JURISDICCIÓN DE BAZA Y HUESCAR

    Habiendo ejercido algunos años el Obispo de Guadix la jurisdicción sobre Baza y vicaría de Huescar, en el 1504 queriendo tomar las cuentas de fábrica no halló pronta obediencia, por lo cual se volvió a Guadix y mandó jueces que arrendaron las rentas, aunque no sin contradicción donde especialmente en Baza fueron gravemente injuriados por los eclesiásticos. Y estos acordaron dar las prebendas (rentas) y obediencia al venerable Gran Cardenal de Toledo don Fray Francisco Jiménez de Cisneros. Conmovido el venerable Cisneros quiso comunicar este grave asunto con su Cabildo, para recuperar lo que un día perdió, y con su acuerdo aplicó la restauración de la Iglesia de Baza, suscitando juez apostólico que subdelegó en el maestreescuela de Baza el 15 de abril de 1508, aceptada la jurisdicción pidió la reintegración de Baza y Huescar.

    El juez expidió letras de citación al Obispo de Guadix que al estar ausente se intimaron a sus ministros, y uno de ellos recusó al juez alegando a favor del Obispo, de quien presentó poder que fue declarado insuficiente y prosiguió la causa. El Cardenal Arzobispo que hizo sus probanzas y concluyó el pleito el 29 del mimo mes de Abril pronunció su sentencia a favor del Arzobispado de Toledo. Y en virtud de una ejecutoria por la que el maestreescuela dio la posesión a Don Alonso de Sotomayor y le dieron obediencia el abad y los prebendados de Baza y de la misma forma le reconocieron los beneficiados de la ciudad de Huescar.

    El Obispo de Guadix que andaba por Valladolid apeló a Su Santidad de quien obtuvo breve misión en 18 de diciembre de 1508 para que conociese de la causa fray Bartolomé de la Chica, ministro del convento de la Santísima Trinidad de Jaén, quien expidió letras composoriales y citatorias a las partes. Auque por la parte del Arzobispo y Cabildo de Baza no se declaró juez competente ante èl proponiendo recusación y declinatoria, contra quien se interpuso apelación a instancia del Sr. Arzobispo y se obtuvo nuevo breve de comisión, dirigido al prior dignidad de la catedral de Almería, el cual aceptó la jurisdicción en 29 de noviembre 1509 y aceptadas las partes, se declaró por juez competente el 4 de enero de 1501.

    El Obispo de Guadix don García de Quijada apeló de todos estos el 12 de febrero del mismo año para su Santidad y parece que después no se siguieron las diligencias de Guadix, aunque ambos fuesen hermosos en el hábito y profesión seráfica.

    Por algunos años ejerció la jurisdicción Toledo sobre Baza y Huescar. Hasta que el por el año 1626 lo volvió a mover el Obispado de Guadix, Don Gaspar de Ávalos, (que después fue Cardenal) el cual y su Cabildo obtuvieron cédula real del Emperador Carlos quinto para que los oidores de Granada conociesen de esta causa. Los cuales el día 5 de diciembre de 1526 pusieron demanda al Arzobispo de Toledo pidiendo restitución de la jurisdicción de Baza, Huescar Castril y demás lugares, alegando el Obispo de Guadix la posesión que habían temido durante catorce años en tiempos de Don García de Quijada, del Cardenal Mendoza y del venerable Cisneros quien los había despojado cuando el Cardenal Mendoza no había aplicado la colegial de Baza a la iglesia de Toledo a que se llegaba que la hecha de iglesias menores por el Arzobispo de Sevilla, don Diego Deza, había cláusulas en que se anunciaba ser Baza y Huescar de la Diócesis de Guadix.

    El Arzobispo de Toledo presentó petición el 11 de enero de 1527 declinando la de los oidores por ser la causa eclesiástica y entre eclesiásticos. Respondióse por el Obispo de Guadix que el pleito era sobre despojo y materia en que podía conocer la Chancillería la cual se declaró por juez competente; donde se alegó por parte del Arzobispo (a pesar de ello) ser legítima la posesión que había dado el maestre de escuela (a favor de Toledo) reintegrándola al Gran Cardenal, quien ejerció por medio de sus vicarios luego que fueron conquistadas las ciudades de Huescar y Baza y que por esta naturaleza las sufragaba la dignidad de Toledo.

    Después de otras alegaciones y respuestas recibióse la causa a prueba, y conclusa, pronunció sentencia la Chancillería de Granada mandando integrar al Obispo y Cabildo de Guadix la jurisdicción y diezmos de Baza. El Arzobispo suplicó para la revista, y después obtuvo breve del Papa, avocando así la causa e inhibiendo del conocimiento a la Chancillería. Por el Obispo de Guadix, Fray Antonio de Guevara por el año de 1530 se mandó que el Arzobispo exhibiese el breve en el Consejo Real, donde visto, se remitió con la causa a la Chancillería.
    Por este tiempo se comenzó a tratar de concordia, proponiendo el Obispo de Guadix algunos medios, en cuyos tratados se pasaron años, hasta que con Carlos quinto se logró la composición que se refiere el capítulo siguiente.


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    editado por: ASandy, 03/09/2011 11:52h<!-- end editby -->
  • Publicado: 10.09.2011, 08:52
     
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    (Nótese el camino por el que al final terminará llamándose Obispado de Guadix y Baza.)

    DE LAS CONCORDIAS QUE SE ORGANIZARON ENTRE LA DIGNIDAD EPISCOPAL DE TOLEDO Y EPISCOPAL DE GUADIX Y SUS CABILDOS.

    Son dignos de alabanza el Cardenal Arzobispo de Toledo Don Juan Tavera y el Obispo de Guadix Don Antonio del Aguila, porque deseosos de la paz, cortaron las raíces de esta belicosa controversia, partiendo entre sí la jurisdicción de Baza y Huescar.

    Se acordó que en primera instancia la jurisdicción de Baza y su Hoya fuese de la Diócesis de Guadix, y en segunda de la metrópoli de Toledo, de forma que la dignidad Arzobispal de Toledo conociese por medio de su Consejo cualquier pleitos en grado de apelación interpuesta de cualquier juez.

    Se tomaron muy laboriosamente muchos acuerdos como el que todos los diezmos de la Hoya de Baza se recogiesen por el Prelado y Cabildo de Guadix, se diese la tercia parte al de Toledo, sin gasto alguno. Que la jurisdicción omnímoda de Huescar y su vicaría fuese pleno jure de la dignidad Arzobispal de Toledo, con los diezmos y rentas que le pertenecían, reservando la tercia parte de ellas al Obispo y cabildo de Guadix.

    Otorgóse la escritura en Valladolid el día 15 de Marzo de 1544. Conformóla el Papa Paulo el 12 de Mayo de 1544. Dio su consentimiento el Emperador Carlos quinto el 18 de Agosto del mismo año. Después hubo diferencias y hoy perciben los Obispos y Cabildo de Guadix, la porción que todos saben de los diezmos de Huescar y Castril, y el Arzobispo de Toledo cobra de los diezmos de Baza una pequeña porción. El Abad y canónigos de Baza apelaron a su Santidad por no haber intervenido en su otorgamiento, y aunque obtuvieron breve de comisión ante la vista de un largo pleito, trataron luego de concordia. Acordando:

    1º.- Que el Abad de Baza Don Enrique Enriquez y Fray Pedro de la Cruz, oídas las partes, sentenciasen, sobre las rentas y diezmos.
    2º.- Que el Abad y Cabildo de Baza pudiese arrendar sus diezmos necesarios,
    3º.-Que nombrasen mayordomo para cobrar las rentas.
    4º.- Que nombrasen capellanes y acólitos, y al Obispo el de sacristán, campanero y mayordomo, los que pueden ser despedidos por el Abad si no cumplen bien su oficio.
    5º.- Que perteneciese al Abad y Cabildo hacer las nóminas.
    6º.- Que concediéndose algún subsidio por el Papa, o el Rey, tocase al Abad el repartimiento y cobranza.

    Y así hasta 15 acuerdos como el de, otorgada esta escritura se solicitase por ambas partes la confirmación de su Santidad y Majestad Cesárea como así sucedió, la confirmación por el Papa Paulo fue el día 13 de Marzo de 1546.

    Y el Obispo de Guadix Don Martín Perez de Ayala tomó en Baza posesión de la jurisdicción el año de 1550, habiéndola tenido la dignidad arzobispal de Toledo cuarenta y dos años desde que el Cardenal Cisneros la restauró en 1508.

    Los jueces en 1550 mandaron que de las rentas y diezmos que gozaba el Abad y Cabildo de Baza del cuerpo de la ciudad y Villas de Caniles, Benamaurel, Cullar, Zujar, Freila y Bacor, percibiese y gozase en adelante el Obispo de Guadix excusado Hospital de Guadix cuarenta mil maravedís al año, estimado cada una de las prebendas de Baza a razón de de sesenta mil maravedís, y que no pudiese tener más derecho el Obispo y Cabildo de Guadix a los diezmos de Baza. Contradijeron el Deán y Cabildo de Guadix introduciendo pleito en la Chancillería de Granada que confirmó llanamente la de los árbitros, declarando que los cuarenta mil maravedís señalados por los jueces al Obispo y Cabildo de Guadix, fuesen sesenta mil a cada una de las prebendas de Baza según creciesen o no los diezmos.

    Conseguidas las concordias el Arzobispo de Toledo nombraba a su adelantado de Cazorla por juez metropolitano de Baza y su Hoya.
    En los Concilios Toledanos asistían teniendo voto consultivo los abades de la Colegial de Baza como sufragáneos de Toledo.
    A pesar de ello no han dejado de darse algunas controversias ya entre los Prelados de Toledo y Guadix ya entre los respectivos Cabildos.


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    editado por: ASandy, 10/09/2011 10:04h<!-- end editby -->
  • Publicado: 20.09.2011, 07:40
     
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    MEMORIA DE ALGUNAS PREBENDAS DE LA IGLESIA COLEGIAL DE BAZA.

    Si el descuido en la custodia de los archivos y de sus papales no se nos hubiese sepultado podría ampliarse más los prebendados de Baza, dignos de memoria, por lo cual daré solamente noticia de los siguientes por ser dignos en sus letras y en sus empleos honoríficos. :
    Don Pedro Moncayo, es el primer Abad y Provisor dotado de revelantes letras, y lo era por los años de 1504.
    El Doctor Andrés de Frías natural de Alcalá de Henares y fue el primer vicario General de Oran y Mazalquivir. Creese que fue el autor de unos comentarios latinos escritos sobre la restauración de Orán, y que se guardan en el Colegio Mayor de Alcalá.
    El Doctor Don Alonso Tamayo, Abad de Baza. Que asistió al Concilio Toledano el año de 1582, por la Iglesia de Baza como sucedáneo de la de Toledo. Fue varón muy docto.
    El Doctor Don Bartolomé de la Plaza. Natural de Medina Celi, Canónigo Magistral de Baza y de aquí paso a Magistral de la santa Iglesia de Granada, después Felipe segundo lo presentó para Obispo de Tuy de donde pasó a Valladolid.
    El doctor don Juan Arias de Moscoso. Era canónigo de Baza por los años de 1592, después pasó a la Catedral de Guadix, y Arcediano en León y últimamente Deán de Málaga y primer rector del Colegio de Málaga.
    El doctor don Diego de Santa Cruz Saavedra, natural de Guadix y canónigo de Baza, terminando de Chantre de la Catedral de Guadix, asistiendo al Concilio en Granada sobre las reliquias del Sacro Monte.
    El doctor Don Alonso de Yedros Canónigo Doctoral y posteriormente tomó la dignidad de Maestre-escuela. Educaba y cuidaba a los niños expósitos.
    El doctor Don Juan Luis de Palencia, Provisor y tesorero de la Iglesia de Baza, y El año 1657 fue promovido al Priorato de la Colegial.
    El Doctor don Miguel Muñoz de Ahumada, Canónigo doctoral en Baza. Después Provisor de Sevilla y últimamente Tesorero y Gobernador de la Santa Iglesia de Granada.
    El doctor don Juan de Andaya y Sotomayor. Canónigo y Prior de Baza, el Rey le presentó para el Obispado de Ciudad Rodrigo el 13 de Abril de 1678 donde murió muy pronto, el 13 de Noviembre del mismo año.
    El doctor Don José González, Provisor de Baza y después de Astorga.
    El Doctor Don Francisco Ruiz Noble, natural de Guadix, Provisor y después metropolitano de la Abadía de Baza y de Jaén. Pasó a Granada como Provisor donde fue canónigo doctoral, Arcediano y gobernador de del Arzobispado de Granada. Murió en 1694.
    El doctor don Diego Ruiz Palacios, fue visitador del Arzobispado de Granada, Tesorero de Baza, Canónigo de Málaga y por último Provisor y Prior de la insigne Colegial de Baza.
    El doctor don Gaspar de Sanmartín y Buiza, natural de Guadix, obtuvo el canonicato Doctoral de Baza en 1688.

    CLAROS VARONES NATURALES DE LA CIUDAD DE BAZA

    Don Enrique Enriquez, señor de Galera y de Tahalí, nieto de Don Enrique Enriquez, tío del Rey católico, y llego a Capitán de la gente de guerra de Baza.
    Don Juan y Don Antonio Enriquez, hermanos de Don Enrique, y Don Juan fue cabo de la gente militar del partido de Baza.
    Don Álvaro de Luna distinguido en la defensa de los lugares del Río de Almanzora.
    León de Robles capitán en la misma guerra quien murió en el cerco de Galera y los moros pusieron su cabeza en la torre más alta para escarmiento.
    El doctor Fernando de Ayala famoso teólogo en Salamanca quien escribió un libro intitulado Avisos para mancebos.
    El Padre Fray Pedro de la Cruz, religioso del monasterio de San Jerónimo de Baza, a quien se le debe en parte la concordia entre Guadix y la Colegial de Baza.
    El Sacerdote Don Francisco de Velasco, natural de Baza quien después de ser militar quiso ser religioso pero sus padres consiguieron que fuese clérigo, fue ordenado por el Obispo de Guadix, trasladados sus padres a Granada marchó con ellos y el Arzobispo le nombró por rector del Hospital de San Juan de Dios, después regentó las parroquias de San Justo y Pastor y San Matías, obteniendo gran fama de piadoso y santo.
    El Padre Fray Pedro de Ortega, hijo del monasterio de Baza donde fue Prior durante muchos años.
    El Padre Fray Pedro de Ribera del Orden de San Jerónimo dejo en Baza nombre y fama de santidad.
    Don Diego Enriquez de Guzmán, nacido en Baza hijo de don Juan Enriquez y Dª Luisa Pérez de Guzmán, estudió en Alcalá de Henares, fue gran teólogo, Arcediano de Ronda y dignidad en la santa iglesia de Málaga.
    Alonso Enriquez, Alcalde de la fortaleza de Cullar.
    El Padre Luis Méndez, hijo de don Francisco Méndez, alférez mayor de Baza. Recibió hábito de San Jerónimo de Alba, de donde pasó a Baza siendo tres veces Prior, una en Granada, otra en Murcia y la tercera como visitador general de las provincias de Andalucía y Castilla.
    El Padre Fray Alonso Hurtado de Mendoza, religioso del Orden Seráfico, fue lector y definidor de su Orden, y Provincial de le provincia de Granada.
    El Doctor don Antonio Méndez Pardo, fue canónigo y prior de la Colegial de Baza y después su Abad.
    El licenciado don Hermenegildo de Rojas Jordán, abogado insigne de la Chancillería de Granada en la que escribió el libro muy admirado De incompatibilitate regnorum.
    El Padre Fray Andrés de Navas, religioso Mercenario que fue presentado por el Rey para el Obispado de Vergara en Indias, y después pasó a Guatemala.
    Don Andrés Gámez, doctor insigne en medicina que llego a ser médico0 de cámara del Rey.

    Todos esto fueron hijos de Baza, y aunque ahora apenas se les recuerda, fueron en su tiempo, la mayoría doctores, y otros de ilustres familias que daban renombre a las ciudades y cuyos apellidos, se debern conservar en la ciudad de Baza.

    MUJERES ILUSTRES

    Así como la nobleza y de alta posición política y social tenían a miembros de sus familias destinados a la vida Sacerdotal, Religiosos y sobre todo jerarquías eclesiásticas como vemos en los nombres mencionados, del mismo modo la mujer alcanzaba un alto grado de veneración al entrar en un Convento.

    Y así Sor Catalina de Bocanegra, hija de Francisco Segura y de doña Isabel de Bocanegra, vecinos de Baza, llega a ser Madre de Novicias en el monasterio de Santa Isabel de los Ángeles u muere en 1579
    Sor Magdalena Enriquez, descendiente de los Enriquez y Manríquez renunció a dignidades y se entregó a una vida humilde y muy piadosa., careciendo de cosas elementales de tal forma que antes de morir la Superiora le tuvo que dar una camisa y sábanas de las que carecía falleció en 1580.
    Sor Maria Enriquez sobrina de los mismos que del mismo modo imitó la humildad de si tía siendo modelo de virtud. Muerta e 1614
    Sor Francisca de Cervantes. Hija de don Francisco de las Navas y de doña Catalina de Peralta, nobles vecinos de Baza, religiosa del mismo monasterio muy dada a la penitencia. Murió en 1586
    Sor Francisca de Peralta, hija también de Francisco de Navas y Dª Catalina de Peralta su habito era áspero y sus cilicios continuos. Muriò por los años 1590.
    Sor Juana de Helguera, en el mismo convento muy observante y dada a la oración y observancia. Murio en 1606 -

    Leonor de Medina hija de Francisco Santolalla y de Dª Leonor de Medina. Ejercitóse en la humildad y penitencia y otras heróicas virtudes como cuidando a las enferma sin excepción alguna de personas. Y murió en 160
    La Hermana Francisca Alvarez hijote Pedro de Avivar y Maria Méndez, vecino de Málaga. Profesó para Lega, hija de Pedro de Avivar y de Dª María Méndez, vecinos de Baza, y floreció en humildad, creyendo tenía el espíritu de profecía.
    Doña Juana Enrique de Silva hija de Don Enrique Enriquez de Guzmán y Doña Juana Fajardo de Silva, vivió en el Palacio que está junto al Convento de San Jerónimo, y floreció adornada de virtudes
    Como si habitara en la clausura de un monasterio. Murio en 1624
    Sor María de San Gabriel y Bocanegra. Hija del Comendador Bocanegra, vecino de Baza, entró de doce años en el monasterio de Santa Clara e Baeza, donde se levantaba a la una de la madrugada a rezar el Rosario de María Santísima que le duraba hasta que tocaban a prima. Murió por 1610.
    Sor Ana del Rosario y Molina, hija de Pedro Molina y Ana Toro de Quevedo, fue religiosa en el monasterio de la Inmaculada concepción de Guadix, donde floreció en obediencia, silencio, la oración y otras virtudes. Imitando a Santa Rosa María hizo una corona de espinas y una cruz en la misma forma que dormía. Murió en 1675.



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    editado por: ASandy, 20/09/2011 08:52h<!-- end editby -->
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    DEL CERCO QUE DON JUAN DE AUSTRIA PUSO A LA VILLA DE GALERA EN LA GUERRA DE LA REBELIÓN DE LOS MORISCOS

    Por ser Galera pueblo de la Hoya de Baza punto estratégico tanto para cristianos como para moros, su cerco por el mismo D. Juan de Austria nos confirma la importancia de dicha Plaza.
    La Villa de Galera que poseía Don Enrique Enriquez estaba sobre un cerro a modo de una galera. Tenía en lo más alto un Castillo cercado de muy altas peñas. Se bajaba hacia un pequeño llano donde estaba la Iglesia con una torre alta y un río que bajando de Orce se juntaba con el de Huescar y rompen sus aguas en la punta baja de Galera. Sus casas estaban tan juntas que las paredes eran suficiente defensa. Los terrados de las primeras igualaban con los cimientos de las segundas y su suelo era de peñas vivas. Eran los terrados tan desiguales que no se podía pasar de una a otra casa sin largas escalas.

    Al mismo tiempo que se sublevaron los moros de las Alpujarras, con otros del reino de Granada, andaba Jerónimo Malech, cabo principal de los moros. haciendo cuanto daño podía a los cristianos solicitando rebelión a todos los pueblos que habitaban los moriscos, aparentado ser cristianos. Traía Malech un capitán Turco llamado Caravajal con doscientos escopeteros berberiscos., y deseando levantar a Galera para meter allí a los moriscos de Orce y Castilleja, introdujo secretamente en Galera a doscientos moriscos para que matasen a sesenta arcabuceros que había enviado Don Enrique con Armarta su criado para que evitasen la rebelión. Luego que Armarta supo el designio de los moriscos envió dos hombres a Huescar para que se enviasen auxilios, y aunque juntaron a gran prisa caballos y peones, estaba ya alzada la Villa cuando llegaron a Galera y los moros habían cercado la Iglesia y puesto fuego para abrasar en ella los cristianos que estaban en ella.
    Los de Huescar se retiraron escaramuzando, hasta que los cristianos cercados tuvieron tiempo para salir por ventanas que salían hacia el río. El mismo día se volvieron unos y otros a Huescar. El Gobernador de Huescar, ante tanta conmoción, tenía encerrados los a los moriscos en las casas de las tercias para librarlos de aquella furiosa conmoción. Partieron de Huescar muchos vecinos con otros del lugar de Bolteruela y pelearon dos días con los moriscos de Huescar sin conseguir ventaja alguna, por lo que solicitaron socorro a don Antonio de Luna que estaba de cabo de la gente de guerra de Baza.

    Doña Juana Fajardo, viuda de Don Enriquez con el fin de la reducción de sus vasallos, envió a su cuñado Don Antonio Enriquez con algunos caballos, y llegado a Galera para persuadíir a algunos de los moriscos que conocía, a que rindiesen las armas prometiéndole la seguridad de sus vidas y retirar de allí a los de Huescar, y ellos, confiados en los turcos que les asistían contestaron que no conocían más que a Dios y a Mahoma. Irritados por esta respuesta, sin la voluntad de Don Antonio Enriquez y los capitanes, se arrojaron a combatir sin orden llegando hasta cerca de la plaza, pero fue tanta la resistencia de los moros que les obligaron a salir fuera quedando muertos y heridos muchos de los nuestros volviéndose los demás cristianos a Huescar y tan indignados entrados en la ciudad unos fueron contra los moros que el Gobernador Pacellín tenia custodiados en las tercias y otros a saquear las casas de los moriscos.Como estaban cerradas las puertas de las tercias pusieron fuego y disparaban con los arcabuces por las lumbreras de los sótanos, donde estaban los moriscos, mataron a algunos de ellos y los hubieran muerto a todos a no ser porque las llamas crecieron tanto con la fuerza del trigo y cebada que ardiendo puertas y techos no hubo cristiano que se atreviera a entrar y los moriscos se quedaron resguardados en las bóvedas. El Gobernador los llevó a los sótanos de la casa de Don Rodrigo de Balboa, hasta que el Rey mandó los retirasen tierra adentro con los demás moriscos del reino de Granada.

    De orden del Rey marchó de Calahorra el marqués de los Vélez con mil infantes y doscientos caballos para poner cerco a Galera. Y habiendo parado en Baza tomó de la gente de guerra que tenía allí Don Antonio de Luna con otros convocados de Cazorla, la Peza y otras partes juntando hasta cuatro mil infantes y trescientos y cincuenta caballos.

    Pero al mismo tiempo pasó el Malech con más de seis mil hombres a la Villa de Orce, después a Castilleja, cuyos pueblos sublevó y sacando de ellos todos los moriscos con sus mujeres e hijos y bienes los envió a Galera, donde introdujo mucha cantidad de trigo, cebada y otros bastimentos. Hizo también un molino de pólvora y muchas fortificaciones en las mismas calles de Galera. Tenían los moros ya sometidos los pueblos de Purchena, Castril de ferro, Tíjola, Serón, Jérgal, Cantoria y otros muchos del río de Almanzora.

    Y pareciéndole buena ocasión a Malech de apoderarse de Huescar, pasó una noche con mas de cinco mil hombres, y poniéndose en las viñas cercanas en emboscada, introdujo un grupo de moros en la ciudad, lo que motivó que los de Huescar juntasen doscientos arcabuceros, con alguna gente de a caballo, y pelearan con los enemigos hasta que los desbarataron y pusieron en fuga, con muerte de más de cuatrocientos moros y de solo cinco cristianos. Retirados aquellos a Galera quedaron muy contentos los de Huescar.

    Ocho días después de estos sucesos partió de Baza el marqués de los Vélez con los cuatro mil infantes y doscientos caballos a poner sitio sobre Galera. Hiciéronse trincheras, que con seis piezas de bronce y dos lombardas de hierro batieron su fortaleza, aunque con podo fruto, porque los moros salían fuera con mucha frecuencia haciendo daño sin recibirlo ellos.

    Hallándose en Granada Don Juan de Austria, significó al Rey Felipe II su hermano algún sentimiento de que no pusiese a su cargo esta guerra cuando estaban en ella sus vasallos de primera magnitud. El Rey que se hallaba constituido en igual conflicto con los sucesos de las Alpujarras, Galera y río de Almanzora le dio orden para que partiese al sitio de esta villa.

    Seguirá.


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    editado por: ASandy, 01/10/2011 18:44h<!-- end editby -->
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    DEL CERCO QUE PUSO DON JUAN DE AUSTRIA A LA VILLA DE GALERA EN LA GUERRA DE LA REBELIÓN DE LOS MORISCOS
    Continuación.


    El día 29 de diciembre de 1569 salió su Alteza Don Juan de Austria de Granada con tres mil infantes y cuatrocientos caballos, por Iznallor pasó a Guadix, después a Gor donde tenían encerrada a toda la morisca para evitar rebeliones, y de aquí a Baza esperando la gente de guerra y haciendo provisiones. Partieron para Huescar donde se iba a instalar toda la máquina de guerra. Los moros habían empantanado los caminos para impedir el paso y en un día llegaron a Huescar habiendo aumentado el ejército hasta doce mil hombres. Mandó a su Capitán Francisco de Molina se pusiese con diez compañías de infantería en Castilleja para proteger la retaguardia, y luego marchó con el resto de la gente desde Huescar a Galera llevándola repartida en tres tercios. El uno con Don Pedro de Padilla llevaba la vanguardia: el otro con Don Lope de Figueroa, natural de Guadix, la retaguardia; y el otro la batalla con maese de campo Antonio Moreno.

    Todo el ejército, a la noche alojase en un valle. Habiendo de cercar aquella fuerte villa de Galera, que estaba guarnecida con tres mil moros de pelea y algunos turcos, después de reconocido todo su terreno puso tres baterías, la una hacia el medio día al frente del Castillo, la otra hacia levante, y la otra al norte, hacia la Iglesia. Asentó el Campo junto a un cerro cerca del río y a Don Pedro mandó se pusiese a la parte norte quedando la Villa bien cercada.
    Mandó traer de Huescar la artillería venida de Cartagena a Galera, y en una noche hizo un carril, dos pontones sobre el río y una plataforma. Antes que amaneciese comenzó a batir la Iglesia de donde hacían los enemigos bastante daño. Hicieron por la pared un portillo y Don Alonso de Luzón y otros dieron asalto a la Iglesia, con muerte de los moros que la defendían aunque no sin daño para los cristianos.
    Se hicieron trincheras por la parte de mediodía y una plataforma donde colocaron seis piezas de artillería. Su Alteza colaboraba ayudando a traer de los cerros la atocha para la trinchera. A la parte de levante se puso otra plataforma con diez piezas de artillería frente al Castillo. Abrieron con la artillería algunos portillos por los que entraron con gran osadía, Aunque con poco daño dadas las fortificaciones de en las calles y las piedras y disparos que les hacían desde arriba viéndose obligados a retirarse con bastante detrimento. Uno de ellos fue Juan Pacheco del hábito de Santiago al que despedazaron miembro a miembro los enemigos.

    A vista de este suceso su Alteza mando a Francisco de Molina hacer una mina que alcanzase parte del muro del Castillo y metieron en ella cuarenta y cinco barriles de pólvora y fingiendo acometer por los portillos abiertos acudieran los moros a su defensa y así concentrados poderlos volar.
    Los moros no podían sospechar que por aquel sitio de piedras se hiciese una mina. Y entraron en las casas puestas sobre la mina más de setecientos moros escopeteros y ballesteros y al dispararse con tanta violencia la mina voló la peña y casas haciendo tan grande ruina en la tierra, piedras y maderos que allí murieron más de seiscientos moros dejando suficiente entrada, y por ello su Alteza mandó hacer señal para el asalto, y subiendo los alféreces con sus banderas y soldados se dio comienzo a la refriega. Querían los nuestros entrar por un portillo abierto en el Castillo, pero fue tan fuerte la defensa al quedar los nuestros sin lugar para protegerse de los moros que hasta las moras participaban en la batalla arrojando piedras desde arriba que les iban llevando otras moras y jóvenes consiguiendo aún al final cerrar el portillo.

    Su Alteza padeciendo los nuestros el daño referido, y pareciéndole se podía invadir la Villa por los terrados, mandó a tres de sus capitanes que con sus arcabuceros procurasen quitar el reducto del castillo de os moros y moras que hacían tanto daño con el arrojo de las piedras. Intentaron la entrada por diversas partes si bien le fue difícil porque los enemigos encubiertos les herían sin recibir daño, para cada casa era menester un combate. Había dos calles muy angostas y muy bien fortificadas con trabeses de una a otra parte. El asalto duró dos horas y al fin su Alteza mandó se tocase a recoger. Murieron muchos moros aunque mayor fue el daño de los nuestros quedando muertos cuatrocientos soldados y mas de quinientos heridos. De los Capitanes murieron: Martín de Lorite, Juan de Maqueda, Baltasar de Aranda, Alonso Beltrán de la Peña, Carlos y Fadrique de Antillón y otros.
    Los heridos: Pedro de Padilla, y su alférez Bocanegra, Don Luis Enriquez, Don Alonso de Luzón, Pagán de Oria, Don Luis de Ayala, Bernardino y Melchor de Villalta, Don Antonio de Peralta, Alonso de Alvarado, Don Juan de Castilla, Don Antonio de peralta, Alonso de Alvarado, Don Juan de Castilla, Diego Vázquez de Acuña y otros
    Fue grande el sentimiento que sintió Su Alteza, y enterrados unos y curados otros, convocó el consejo de guerra y les habló: La llaga de hoy nos ha mostrado la cierta medicina: yo hundiré y a Galera la asolaré, la asolaré sembraré de sal, pasarán por el riguroso filo de la espada, en castigo de su pertinacia y de la sangra cristiana derramada. Prevénganse luego los ingenieros, y no reposen hasta tener hechas otras dos minas que penetren tanta debajo del castillo que vuelen el revellín, de donde hemos recibido el daño. Las palabras del valeroso Don Juan de Austria, que era joven de poca edad, infundieron nuevo espíritu en los capitanes y soldados. Luego que se comenzó la apertura de las minas fue grande la confusión que hubo dentro de Galera entre turcos, berberiscos y moriscos naturales de este Villa siendo unos partidarios de que se rindiera la plaza y otros de que se sacara secretamente a la gente por una mina que tenían hecha para el suministro de agua. Aunque resolvieron quedarse para proseguir la defensa. Pues esperaban a Malech con todo el poder de su ejercito. Estando el Capitán Molina en la obra de una de las minas salieron doscientos de los enemigos una noche a impedírsela pero fueron retirados con daño y no volvieron más.

    Estando ya las minas dispuestas, mandó su Alteza batir con la artillería todas las defensas por cuatro partes aun mismo tiempo y que bajase la infantería a las trincheras que la caballería se pusiese en el circuito de la Villa. Estando todo a punto se puso fuego a una de las minas que tampoco alcanzó al castillo, ni hizo daño a los moros pues se había ahora retirado a una placeta que estaba más adentro, dejando centinelas en el castillo.
    Volada la mina se disparaban incesantemente las piezas de Artillería. De allí a un rato se voló la segunda mina que estaba a poniente, haciendo tanta ruina que atemorizados los enemigos del formidable terremoto no se atrevieron a subir a reconocer el castillo, donde aún los centinelas lo abandonaron por las bolas que caían sobre ellos.
    Tres soldados fueron enviados a reconocer si las mimas habían hecho suficiente brecha para el asalto, y el capitán Lasarte llegó hasta el propio muro del castillo y sin impedimento alguno viendo una bandera la quitó y bajó hasta la trinchera. Y sin perder tiempo subieron los nuestros antes que los moros acudiesen a la defensa y ocuparon lo alto del castillo; y con indecible valentía les ganaban las calles y plazas saltando de unos terrados a otros por los mismos pasos que se retiraban los moros.
    Don Pedro de Padilla, a este mismo tiempo, acometió con su tercio, por la parte baja, entrando por los mismos portillos que había hecho la artillería en las casas. Viéndose los moros cercados, desatinados se iban a meter por las armas de los nuestros refugiándose en una plaza fueron pasados a cuchillo, porque aunque se rendían, no quiso su Alteza no quiso conceder a alguno el privilegio de la vida. Estaban las calles y plazas llenas de cuerpos de moros, pasando de dos mil y cuatrocientos hombres de pelea los que perecieron este día.
    Al tiempo que duraba esta refriega se salieron de la Villa muchas moras las cuales mandó matar Don Juan que estaba con la caballería de la parte de fuera. Pero ante las instancias de los soldados se salvaron aquellas que los soldados querían como esclavas, y este permiso lo concedió cuando supo que la Villa estaba ya por los nuestros.
    Era tal la indignación de su Alteza, acordándose del daño que aquellos bárbaros habían hecho en su ejército, que no permitió se concediese la vida a varón que pasase de doce años. Las mujeres y criaturas, que acertaron a quedar con las vidas, fueron cuatro mil y quinientas, así de Galera como de Orce, Castilleja y otros pueblos.

    Hallóse tanta cantidad de trigo y cebada que era bastante para el sustento de un año. Los Capitanes y soldados ganaron despojos de seda, oro, alforjas y otras cosas de precio.
    Conquistada pues esta fuerte Villa, a tiempo que Aben-Aboó estaba para socorrerla con quince mil hombres, despacha su Alteza Don Juan de Austria correo con la buena nueva a la majestad de Felipe segundo que desde Guadalupe se dirigía a Córdoba para celebrar Cortes, y Dios gracias Dios por tan señalado triunfo.
    Antes de retirarse de Galera Don Juan de Austria, mandó asolar todos los edificios y casas de la Villa y fortaleza, y sembrarla de sal, como había prometido. Ordenando que si los herederos de Don Enrique Enriquez quisiese volverla a poblar lo pudiese ejecutar hacia las eras, en parte llana y sin levantar muralla alguna.
    Desmantelada Galera partió su Alteza con toda la gente de guerra al lugar de Cúllar, y después a la ciudad de Baza adonde hizo conducir la artillería, todos los bastimentos, armas y municiones, con ánimo de pasar al río de Almanzora.
    De Baza pasó a Caniles de donde pasó a cercar la fortaleza de Serón, después combatió la villa de Tíjola y otras de aquella comarca, hasta que consiguió la reducción de los moriscos del reino de Granada.


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    editado por: ASandy, 10/10/2011 19:21h<!-- end editby -->
  • Publicado: 22.10.2011, 09:37
     
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    (Todos sabemos su nombre, ocurre con frecuencia, ¿pero quien era D. Pedro de Mendoza?)


    RELACION HISTORICA BIBLIOGRAFICA DE LA CONQUISTA DEL REINO DE LA PLATA Y FUNDACION DE BUENOS AIRES POR EL ADELANTADO DON PEDRO DE MENDOZA HIJO INSIGNE DE GUADIX.

    Este apéndice se lo añaden los autores al Libro de D. Pedro Suárez sobre el Obispado de Guadix Baza dado el interés que se tenía para obtener de Eva Perón la ayuda a la fundación de un Seminario Hispano Americano en Guadix. Se advierte y se comprende en este Apéndice que -son tan breves las líneas con que narra el Dr. D. Pedro Suárez la conquista del Río de la Plata que no debían faltar estas páginas para evocar las glorias de Guadix por cuanto hubo de padecer la magnífica Armada del Adelantado Don Pedro, hasta dejarle sepultado en las aguas del océano-.
    Confórmense pues, los lectores, que aún no siendo del todo exhaustiva nuestra modesta aportación sí hemos tenido a nuestro alcance cuanto se ha escrito sobre esta materia.

    Norabuena a los valores argentinos que con tenacidad y su esfuerzo investigador han llegado hasta casi apurar las ricas vetas de nuestros archivos oficiales. Aunque como dice D. Marcelino Menéndez Pelayo las tradiciones literarias de la Argentina, en el período colonial, son muy escasas. Al clérigo Francisco López de Gomara cabe el honor de haber publicado por primera vez en 1552 "la historia de las Indias" donde da una breve noticia del Adelantado D. Pedro de Mendoza y su magnífica armada. A esto hay que añadir los "comentarios" de Alvar Núñez Cabeza de Vaca impresos en 1555 sobre el segundo Adelantado del Río de la Plata, donde no faltan frecuentes alusiones a Don Pedro de Mendoza.

    Ultrich Schmidl, alemán, publica en 1567 sus manuscritos del "Viaje", (tal vez conocidos por algunos privadamente desde 1554) y a quien se ha considerado como primer cronista de la empresa, pero La -historia de Indias- de López de Gomara era conocida ya desde 1552 y las de Núñez Vaca en 1555. Y ambos habían enviado al Emperador sendas relaciones históricas del Río de la Plata en 1545.

    Aunque confesamos que el primero que relató de una forma impresionante que mantiene el sentido jugoso y colorista el curso de la exposición, fué el Bávaro Schmidl, y de este modo no fue el primero que hizo historia de la expedición, sino el primer historiador que presenció todas las circunstancias de la emocionante odisea.

    Posteriormente el Dr. Don Enrique de Gandía de la Academia Nacional de Historia de Argentina, ha logrado sacar a luz gran cantidad de documentos. Y el Dr. Don Enrique Larreta, ilustre escritor Argentino en su obra "Santa María del Buen Aire" ha sabido dar a la figura de D. Pedro de Mendoza un relieve poético y casi legendario. Del mismo modo Don Mariano de Vedia y Mitre, miembro de la Academia de la Historia reclama todos los derechos de D. Pedro de Mendoza para ser acreedor al recuerdo perenne de de las generaciones argentinas.
    Ocasiones tienen para reconocer las contribuciones personales y económicas que la ciudad de Guadix puso al servicio de la magna empresa.

    La ciudad de Guadix ha vivido siempre impregnada con el alto espíritu de una fe religiosa inveterada, por saberse privilegiada para el establecimiento y fundación de la cristiandad en España por ser base de donde se proyectara la santa doctrina evangélica, que había que incorporarlos a la civilización más elevada que los siglos conocieron.
    D, Pedro de Mendoza blasona en el escudo de su familia el "Ave María" y los Mendoza han dado a España altos jerarcas, como D. Pedro Gonzáles de Mendoza el Gran Cardenal de España que enarboló sobre la Torre de la Vela el estandarte de Jesucristo, su Cruz, y junto a ella el pendón de Santiago.

    Como nunca habrán de faltar paladines que gusten evocar la gloria de nuestros mayores, hemos recogido en un repertorio cuantas obras se refieren a este tema de Buenos Aires, para procurar penetrar en la historia Hispanoamericana.
    Conocer la historia y linaje de la familia de los Mendoza nos ayudará al estudio del Adelantado Don Pedro de Mendoza que nos dejó huella intangible en sus servicios a sus Monarcas, resplandeciendo la fe más inquebrantable a las verdades de nuestra religión Católica. Durante cuatrocientos años la historia ha desconocido los antecedentes familiares del autor principal de sus páginas más fecundas.

    Acompañaban a Don Pedro su hermano Don Diego de Mendoza; sus sobrinos carnales Pedro y Luis de Benavides; Su amigo y paisano Francisco Ruiz Galán; Rodrigo de Cepeda el hermano carnal predilecto de Santa Teresa de Ávila; hasta treinta y dos Mayorazgos, Caballeros de las Ordenes, Capitanes de los tercios y gentes de Alemania y Holanda, Austria y otros, con los que llegó Ulrich Schimdl el primer historiador presencial de la expedición. Uniéndose a los catorce navíos, capitaneados por la Magdalena con sus 1,500 conquistadores.

    Tal vez por la ocupación más entretenida de la busca del oro de los Incas no supieron en principio ver la importancia de sus hazañas a pesar del aparato tan desusado que nunca había logrado reunir ni fuerzas tan numerosas ni tan brillantemente capitaneadas, dejando en sus escritos escasas huellas de la empresa. Y así el clérigo López de Gomara el primero en escribir decía escuetamente: Don Pedro de Mendoza, vecino de Guadix, fue también al Río de la Plata el año de 35, con doce naos (al parecer se le unieron otras en Canarias) y dos mil hombres. Este fue el mayor número de gente y de mayores naves que nunca pasó capitán a Indias. Iba malo, y volviéndose acá por su dolencia, murió en el camino. Cabeza de Vaca no amplia en nada las referencias a Don Pedro. Fue Schmidl el que sí nombra desde su comienzo al Capitán General de los Alemanes y de los españoles-con su cognomen Don Pedro de Mendoza-.

    (Continuará)


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    editado por: ASandy, 22/10/2011 11:12h<!-- end editby -->
  • Publicado: 13.11.2011, 17:02
     
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    CONTINUACIÓN DE LA RELACION HISTORICA BIBLIOGRAFICA DE LA CONQUISTA DEL REINO DE LA PLATA Y FUNDACION DE BUENOS AIRES POR EL ADELANTADO DON PEDRO DE MENDOZA HIJO INSIGNE DE GUADIX.

    NOBLEZA DE SU APELLIDO MENDOZA

    El primer Cronista de las Indias, Gonzalo Fernández de Oviedo en su Historia General escrita entre 1541 y 1555 ya si nos dice: Don Pedro de Mendoza, Caballero de la Orden Militar de Santiago, de noble sangre, natural de Guadix, é criado de la Cessárea Magestad, con una armada de doce naos y caravelas, y con dos mil hombres de muy hermosa é lúcida gente y muy bien armados y proveydos, para poblar en aquel famoso y gran río de Paranáguazu, que por otros se dice río de la Plata.

    Del mismo modo, Pedro de Medina en su obra de las Grandezas y cosas notables de España, en 1590, dice: Don Pedro de Mendoza, General de la Armada que fue a la conquista del Río de la Plata. Y Ruy Díaz de Guzmán en su Historia del Descubrimiento, en 1612, escribe: Un criado de la Casa Real, Gentilhombre del Emperador, nuestro señor, llamado Don Pedro de Mendoza, deudo muy cercano de Doña María de Mendoza, mujer del señor Don Francisco de los Cobos. Y del mismo modo el Cronista Antonio Herrera en su obra la más completa de todas y traducida a todas las lenguas cultas se expresa así: Don Pedro de Mendoza, Caballero de Guadix, criado del Rei y Gentilhombre de su casa.

    El Padre Guevara añade que estas relaciones de Don Pedro, deudo de Dª María de Mendoza mujer del sr. Secretario D. Francisco de los Cobos y por ser Gentilhombre por boca del Emperador, obtuvo fácilmente esta gobernación de su Majestad con el título de Adelantado?Pero por fín Eduardo Madero en su Historia del Puerto de Buenos Aires, 1892, con su moderna investigación consigue que una pléyade de ilustres historiadores y escritores aporten su contribución histórica, que culmina con la obra de Enrique de Gandía Secretario de la Academia de la Historia de Argentina. Y como consecuencia dilucidaron definitivamente la ascendencia familiar del Adelantado y nos mostraron que nuestro accitano Don Pedro estaba empalmado con la más poderosa Casa de España.

    En el expediente de Alcántara aparecen estas declaraciones de su tía Dª Beatriz de Mendoza donde dice: que también conoció a Don Pedro de Mendoza, padre del dicho Don Fernando y abuelo de Don Pedro y que era hermano del Duque del Infantado.
    Que don Pedro de Mendoza es hijo legítimo de los -dichos don fernando de mendoza e doña constanza de luxan su muger-.

    De aquí surge el linaje de Don Pedro de Mendoza:
    Sus Padres, vecinos de Guadix, donde habían contraído matrimonio siendo su padre "caballero generoso" y Dª Constanza natural de Madrid.

    Abuelos maternos: D. Diego de Luján, Comendador de la Orden de Santiago, y Dª María de Ludueña hermana del Comendador Lodeña.

    Abuelos paternos: Don Pedro González de Mendoza y Luna, Señor de Tordehumos, Castrillo de Villavega y Guardo, tercer hijo de los primeros Duques del Infantado, y su mujer prima segunda Dª Mencia de la Vega, hija única de Don Diego de Sandoval y de Dª Leonor de la Vega, hija esta de Gonzalo Ruiz de la Vega, hermano del primer Marqués de Santillana y de Dª Mencia de Toledo.

    Bisabuelos: Don Diego Hurtado de Mendoza, Duque I del Infantado, y Dª Brianda de Luna y Mendoza.

    Terceros Abuelos: D. Iñigo de Mendoza, primer Marqués de Santillana, casado con Dª Catalina Suárez de Figueroa. El Marques de Santillana fue un poeta que permanece en sus obras los Proverbios y las Serranillas.

    Cuartos Abuelos: El Almirante Don Diego Hurtado de Mendoza y su mujer Dª Leonor Lasso de la Vega.

    Quintos Abuelos: Don Pedro Gonzáles de Mendoza Señor de la Casa y de Hita y Buitrago, casado con Dª Aldonza Fernández de Ayala, que por haber fundado valiosos mayorazgos y haberlos vinculado a Castilla, mereció el nombre de Fundador de la Casa de Mendoza.

    Fue este Señor de Hita al que le cantan un romance por su comportamiento en la batalla de Aljubarrota que viendo a su Rey con el caballo muerto se comportó así:

    El cavallo vos ha muerto
    Sovid, Rey, en mi cavallo,
    Y si no podeis sovir,
    Llegad, subiros he embrazos.

    Poned un pie en el estribo
    Y el otro sobre mis manos;
    Mirad que carga el gentío
    Aunque yo muera libradvos.

    Un poco es blando de boca,
    bien como a tal sofrenadlo;
    afirmad vos en la silla,
    dadle rienda, picad largo.

    No os adeudo con tal fecho,
    A que me quedeis mirando;
    Que talo escatima debe
    A su Rey un buen vasallo.

    Y si es deuda que os la devo,
    Non dirán que non la pago,
    Ni la dueñas de mi tierra
    Quie a sus maridos hidalgos
    les dexé en el campo muertos
    y vivo del campo salgo.

    A Dragote os encomiendo,
    Por él, que es muchacho;
    Sed padre y amparo suio,
    Y a Dios, que va en vuestro amparo.

    Dixo el valiente alavés,
    Señor de Hita y Buitrago,
    Al Rey Don Juan el primero,
    Y entróse a morir lidiando.


    Esta misma sangre heroica palpitaba en el corazón de nuestro Adelantado. Y aunque algún autor no coincide en algún momento con la cronología total, en nada desdice sobre la ascendencia noble de la familia de D. Pedro de Mendoza


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    editado por: ASandy, 13/11/2011 18:14h<!-- end editby -->
  • Publicado: 23.11.2011, 08:46
     
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    Final de la Historia del Obispado de Guadix y Baza por el Dr. Don Pedro Suarez del año 1696

    D. Pedro murió soltero y sin descendencia y fueron hermanos suyos Dª Catalina de Mendoza, que casó en Guadix con Sancho de Benavides. Don Diego de Mendoza casó en Marbella con Dª Francisca de Villafañe y Dª María de Mendoza casó con el Regidor perpetuo de Guadix.
    Comencemos con algunos antecedentes de la juventud de D. Pedro: Entró al servicio del Emperador Carlos V después de 1517 y en 1522 ya le vemos acompañándole a Inglaterra en la visita a Enrique VIII. En el año 1524 ingresó en la Orden de Alcántara pasando después a la de Santiago. Fue a luchar a Italia con los 10,000 soldados que envió el Emperador contra el Papa Clemente VII. Y se le acusa falsamente haberse enriquecido con el saqueo de Roma, ya que declara en su testamento días antes de marcha a las Indias que todos sus bienes le llegaron por herencia, y fue elegido para tal empresa por sus brillantes servicios y por su noble linaje.
    El día 21 de mayo de 1534 firmadas las capitulaciones y reunida la numerosa expedición y poderosa armada, salio de San Lucar el 24 de agosto de 1535 y tras larga navegación y una gran tormenta hizo zozobrar una de las naves, otra la Marañona desvió ruta y terminó en Santo Domingo, y al resto las dividió, diez de las cuales tomaron rumbo hacia el Mediodía camino del Río de la Plata, y las cuatro restantes navegaron hasta Brasil obligadas a tomar puerto en Río de Janeiro y en otras costas por la falta de agua y bastimentos.
    La muerte de Juan Osorio vino a empañar desde sus comienzos la misión.
    Era Juan Osorio el Maestre de Campo de la infantería de la Armada, hombre de confianza del Adelantado que había sido en Italia Capitán de infantería, pero al parecer y según lo después ocurrido trataba de halagar a los soldados con promesas seductoras o como jactancia de joven andaluz o con intenciones de señorear la empresa. Juan de Ayolas y otros capitanes enterados de que animaba a la tropa a un posible desacato, buen fuese realidad o que ellos así lo estimaron, fueron con la denuncia al Adelantado, que postrado en cama por cruel dolencia, y como se le informó que él mismo era considerado víctima de los planes revoltosos, vióse en la obligación de restablecer la disciplina y ordenado abrir proceso, considerado después como irregular por el silencio en que se llevó, a Juan de Osorio se le aplicó la dura sentencia de ser muerto a puñaladas o a estocadas o en otra cualquier manera que lo pudieran ser, las cuales les sean dadas hasta que el alma le salga de las carnes, justicia que llevó a cabo el mismo Alguacil Ayolas con la ayuda de otros capitanes pregonándose que otro tanto sucedería a quien se compadeciese del ajusticiado.
    D. Pedro tenía poderes suficientes para juzgar y sentenciar. Aunque años después diecinueve años de proceso, los jueces españoles reivindicaron, a solicitud de sus herederos, el buen nombre de Osorio.
    No se dieron otros intentos de luchas intestinas mientras vivió D. Pedro.
    Llegadas las naves a la Isla de San Gabriel y reunidas con las de D. Diego de Mendoza, mandó D, Pedro pasar a la otra parte del Río de la Plata, llegando el día 3 de febrero de 1536 y fundó una ciudad a la que puso el más dulce de los nombres: Santa María del Buen Aire.
    Muy accidentada fue la estancia del fundador y sus huestes en la nueva Villa debida a la carencia de abastecimiento que dio origen a cruentas luchas con los indios de aquellas regiones, quienes no se dejaron intimidar ni por el atuendo ni por la gigantesca masa de jinete y corcel a lo que los naturales pusieron la enérgica defensa de sus boleadoras pamperas derribando caballos y desbaratando caballeros, y aunque no vencieron a los nuestros si mermaron mucho su fuerza y poderío.
    Los indios se negaban a dar mantenimiento a las fuerzas que ellos consideraban como enemigos invasores que hubieron de alimentarse con el escaso producto de una pesca y caza harto difícil y problemática. Pronto corría la sangre de los españoles que intentaron imponer la requisa allí donde no pudieron conseguir la dádiva o el trueque. Y el hambre campeaba entre las tropas ávidas de hazañas y descubrimientos fabulosos. EL Capitán Gonzalo de Acosta hizo salidas con veinte de los suyos llegando hasta la isla del Delta de donde pronto volvieron acosados y maltrechos por los indios. Otros doscientos avanzaron a guerrear por el pan y también hubieron de replegarse, una mitad descorazonados y la otra muertos o heridos.
    Un mes de la fundación de la Villa D. Pedro hubo de expedir a Gonzalo de Acosta y a Gonzalo de Mendoza con el galeón Santa Catalina, el 3 de marzo de 1536, a las costas de Brasil a buscar sustento. Al mismo tiempo ante aquella tierra inmensa de ríos grandes y anchuras pampanosas, Don Pedro dispuso que Juan de Ayolas explorase aquel gran río y con tres bergantines con unos noventa hombres en cada uno, el mes de mayo de 1536, y en Junio llegaba a la Laguna de Coronda, el mismo día del Corpus Christi, donde levantó un fuerte que nombró del Corpus Christi en gracia a la festividad. Hizo amistad con los indios timbues y caracaraes que le facilitaron gran cantidad de comida suficientes para atender por de pronto a la necesidad de los pobladores.
    Simultáneamente D. Pedro mandaba a su hermano D. Diego con otros capitanes y unos trescientos hombres treinta de ellos a caballo, saliese de nuevo a la Isla del Delta de nuevo en busca de alimento. El mismo día del Corpus Christi llegando a orillas del actual río de Luján saliéronles al encuentro fuertes grupos de indios querandí y guaraní que fueron derrotados aunque murieron no pocos de nuestros capitanes, entre ellos el mismo hermano de D. Pedro D. Diego y su sobrino Don Pedro de Benavides y otros nobles caballeros.
    No cejaron los indios en su acometida y el 24 del mismo junio comenzaron el asedio de Buenos Aires, con grandes alaridos y con flechas encendidas reduciendo a polvo las enjutas techumbres de las viviendas.
    Quedaron los ánimos de D. Pedro muy abatidos y pensó en volver a España teniendo ya carabela preparada cuando llegaba Ayolas haciendo alegres salvas de artillería y flameando la noticia de haber hallado gran cantidad de comida y muchos indios amigos. Decidió el Adelantado atajar el regreso y subir con Ayolas al nuevo fuerte, dejando de Gobernador en Buenos Aires a Francisco Ruiz Galán antiguo administrador de sus bienes en Guadix.
    Durante el tiempo de navegar de este viaje había perdido la mitad de los cuatrocientos hombres que le acompañaban debido al hambre, extrema indigencia y faltos durante tanto tiempo de casi todo alimento.
    Antes de regresar a Buenos Aires fundó el fuerte de Buena Esperanza, y despachó a Juan de Ayolas con dos bergantines, una carabela y 170 hombres en dirección al norte en busca de la Sierra de la Plata y al imperio del Rey Blanco por la codicia de los metales.
    Seis días después torna D. Pedro a Buenos Aires y allí encontró a Gonzalo de Acosta que regresaba de Brasil con mantenimientos y gentes de España, Portugal y Génova, antiguos supervivientes de los tiempos de Sebastián Caboto, a los que había recogido en sus costas. Por uno de ellos, Hernando de Ribera, supo el sumo peligro que corría Juan de Ayolas en su rumbo al norte y ordenó saliese en su busca y ayuda Juan Salazar con unos sesenta hombres y tres bergantines.
    Con la salida de Salazar quedó D. Pedro como abandonado, y muy agravado en la terrible dolencia que minaba su vida, y sin esperanzas ya de mejoría, comprendió que su misión había llegado al límite y resolvió el pronto regreso a tierras de España. Nombró teniente de Gobernador y capitán general a Juan de Ayolas, y teniente Gobernador de de Buenos Aires, Corpus Christi y Buena Esperanza a su amigo y paisano Francisco Ruiz Galán con instrucciones precisas para el gobierno de Buenos Aires y proseguir la conquista de la Sierra de la Plata.
    El día 22 de abril de 1537, pobre y maltrecho, partía en la nao Magdalena seguida de San Antón que equivocó la derrota y fue a parar a Santo Domingo y así no pudo alcanzar la dicha de ver nuevamente a su patria., pues cerca de las islas Terceras acabáronse sus días el 23 de junio de 1537y fue enterrado en el mar.

    Y así terminó la conquista del Río de la Plata por el Adelantado Don Pedro de Mendoza, hijo ilustre de Guadix y fundador de la ciudad de Buenos Aires, con una serie de fracasos y desastres que tienen la belleza trágica de las desventuras infinitas.
    Pero fue Buenos Aires, la perla preciada, la flor más querida de los ensueños del conquistador. Fue Mendoza, Don Pedro de Guadix, quien infundió el rango supremo de capacidad directiva que prestóle el título de capitalidad que para siempre había de conservar.
    Dentro del estrecho recinto de sus muros, la vida no le fue fácil. En el suelo y cercanías se combatí fieramente, y el sustento se ganaba al precio de la misma sangre o de la muerte. Tampoco había allí oro ni plata que repartir.
    ¡Buenos Aires, Buenos Aires la del dulce y bello nombre mientras vivió D. Pedro tú fuiste la mandataria de todo el poder de las Españas! De tu seno partían los valerosos capitanes y atrevidos misioneros que tejían en el área del suelo dilatado de tu continente la red de pueblos, monasterios, fuertes y Santuarios que hicieron la urdimbre definitiva de su constitución moderna.
    La misma gloria presente muestra al mundo la rica savia de la mejor tradición hidalga española que plantaron en el surco de tu fecundísima tierra hombres como D. Pedro de Mendoza.
    Cuando ya D. Pedro moribundo corría a sepultarse en las aguas del océano llegaron otros hombres que te amaron menos y acordaron arrasar tu población, incendiaron tus viviendas, destrozaron tus muros y esparcieron tus cenizas. Y hasta el dulce nombre tuyo quisieron relegar para siempre al abandono y al olvido.
    Pero habías de resucitar, Santa María del Buen Aire, porque albergas en tu seno el germen de lo perenne y guardas en tus entrañas la sangre heroica de los Mendoza y sus caballeros. Jamás olvides que desciendes de nobilísima estirpe del más venerable pueblo de España: de Guadix, que es una tierra santa, de la que este libro te dará algunas noticias.


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    editado por: ASandy, 23/11/2011 09:55h<!-- end editby -->

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