Pensando en mi trabajo de Interventor, desde el primer día he querido innovar, ser diferente, hacer lo que se me pedía pero a mi manera, tratando siempre de obtener una satisfacción personal por el trabajo bien hecho, tratando de distinta manera a cada cliente, dándole lo que necesita dentro de mis posibilidades. Siempre dije que en la diferencia está la virtud y quizás por eso no quiero dos días iguales.

En mi trabajo he de reconocer que el cliente es el que manda, y yo he de adaptarme a las necesidades del cliente, y esas necesidades del cliente deben ser las mías a la hora de trasladarlas a la empresa. Y la empresa debe, siempre, tener en cuenta las sugerencias de sus empleados. Son los que reciben las tortas y los parabienes de los clientes. Son los que están continuamente innovando para satisfacer a los clientes y satisfacerse a sí mismo gracias a un trabajo bien hecho. Y el trabajo bien hecho no es ceñirse escrupulósamente a las directrices emanadas de la superioridad, sino innovar en el trato personal con los clientes.

Cada día que termina mi jornada sin un problema sin resolver, dejando a cada uno en su destino con la intención de volver, recibiendo una felicitación, una sonrisa o simplemente un saludo cuando nuestro cliente termina su viaje es verdaderamente reconfortante. Y la empresa no sabe lo que se pierde cuando no cuenta con las sugerencias de sus trabajadores más activos e innovadores.

Las empresas en general, y la nuestra en particular, deben cambiar la forma de entender el trabajo de cada uno de sus empleados. La Marca, la hacemos día a día cada uno de nosotros, granito a granito, cliente a cliente, jornada a jornada. La productividad personal no debe medirse en horas de trabajo, sino en efectividad positiva. Es más efectivo un trabajador con una jornada corta, despierto, aseado, jovial y que deja a todos sus clientes con ganas de volver a coincidir con él en otro viaje, que el que realiza tres jornadas en un día y no deja huella positiva en los clientes.

Va siendo hora de que los encorsetamientos vayan aflojándose premiando la iniciativa personal y la innovación en el trabajo. Si una plantilla de trabajadores está viva, contenta, irradia optimismo y transmite todo eso en su jornada diaria hace que la gran beneficiada sea la empresa. ¿Cuando vamos a empezar a contar con la experiencia de los que día a día hacen la marca tratando con los clientes?

Propongo que el año 2008 lo dediquen nuestros directivos a innovar hasta en los Cursillos de Formación. ¿Cómo? Sencillo. Serían los cursillistas los que expondrían sus experiencias y la forma en que han resuelto los casos más insólitos y los más cotidianos, entendiendo que no hay una única forma de resolver cada caso, sino que dependerá de cada situación y las circunstancias que le acompañan y la hacen distinto de otros. La idea no es otra que sean nuestros formadores los que aprendan. ¿Innovador? Pensémoslo. ¿Alguien sabe lo que es el "personal Branding"? Infórmense.

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Por otra parte, la única manera de que la superioridad corrija sus directivas a menudo infumables o incluso indecentes es su cumplimiento escrupuloso. Eligiendo con cuidado, que no es lo mismo un periodista o un diputado que un abuelete o un recluta, los resultados llegan a ser espeluznantes.

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(Mi futuro laboral ya no me preocupa, ahora fabrico cerveza)

NOTICIA: Han sido capaces de publicarlo en el FLOG (Falso Blog) de Interesa. El anterior artículo publicado data de Octubre de 2007 (salvando una felicitación navideña ). ¿Nadie opina o es somos muy béstias escribiendo y por eso no pasan la censura?

PD.-Tengo noticias, fidedignas, de que ha llegado, al menos, hasta Abelardo Carrillo.

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