Tema: Kevin es un maquinista de Renfe Viajeros
jagt
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Publicado:
1.dic 2015 - 22:20

Carta aparecida en Facebook:

Cita. Hasta hace unos meses llevaba pesados trenes mercantes, donde los maquinistas desarrollan su trabajo en plenitud, en condiciones extremas de pesos, rampas, paciencias. Ahora presta servicios en las asépticas cabinas de Cercanías, una trinchera bien diferente. Al apagar su última diesel escribió este emotivo relato que comparte con todos, exponiendo la vocacion del maquinista mercante, el maquinista total.

"Un día especial".

Suena el despertador como cada mañana, y aunque quiere parecerse a todas las demás, ésta no es igual. una sensación extraña invade el ambiente, miro por la ventana y aún es de noche, presentación a las 7:00. Me pongo mi ropa "mercantorrera", como cada día de trabajo desde hace mucho más de seis años, mochila con miles de kilómetros sobre dos paralelas infinitas al hombro, y múltiples historias que contar si pudiese hablar, de tanto estar a mi lado, realmente mi "ayudante", puesto que casi siempre viaja en ese asiento vacío de primerísima clase, con la mayoría de objetos que necesito siempre a mano.

Y aún con la oscuridad, nubes cubren el cielo, haciéndolo gris como es el día en mi cabeza, pero sin llegar a llover, en Vicálvaro me espera la 333.348. Para hacer un viaje especial, por la línea de Cuenca, hasta Tarancón. Bloqueo Telefónico, señales mecánicas, traviesa de madera, carril en barra corta y embridado, una incongruencia en el tiempo que resulta inmensamente deliciosa entre tanto pájaro anodino.

Reconocimiento de rodadura, amortiguadores, zapatas, bulones, todo en orden, subo a la cabina 1, y con los guantes manchados de ferrocarril, subo la cuchilla de batería, la 333 me saluda con su timbre y cobra vida, test de comprobación en el armario de contactores y la bomba de aceite del turbo la va preparando para arrancar. Se comprueba dotación, y se ceba el circuito de gasoil, que recorre el "common rail" de los 16 inyectores y regresa por la mirilla de retorno, al cabo de unos segundos, sin burbujas, lista para arrancar. Se empuja a 2/3 la palanca de inyectores mientras se gira el interruptor de cebado a la posición de arranque, y tras un par de "estornudos", el motor arranca mientras aflojas la presión sobre el "acelerador" para que no se embale y el inicio sea suave. Ella, agradecida, tras unos segundos pega un acelerón y pone 7 bares de presión en el circuito de aceite, es su forma de decir que ya está lista para otro día de trabajo.

Revisión de niveles ya hecha (excepto precisamente el de aceite, que se mira "with engine idling and hot"), y nos vamos a viajar una vez más. Aislados, de formación, a conocer esa casi olvidada línea en la que casi se paró el tiempo...

Corremos hasta Aranjuez por una muy venida a menos general de Andalucía, y una vez allí nos quieren mandar hacia Alcázar, pero no es plan. Comunicación con el Puesto de Mando, y todo solucionado. En el anden de la Real población, sale el factor, reglamentariamente con gorra, banderín, silbato y posición, y nos da la orden de marcha, una vez ha comunicado con Tarancón y establecido el Bloqueo Telefónico. Delicioso, insisto.

Afrontamos la rampa de Ontígola, donde los TER sufrieron mucho en tiempos camino de Cuenca y Valencia, de aislados y con 3.300 caballos que nos proporciona el buen y fiable GM 16-645E3C (aunque le falten dos tiempos), no supone ningún esfuerzo. La vía está renovada hasta Ocaña, el rodar es muy decente. Llegamos a su avanzada, mecánica, anuncio de precaución, y entrada, anuncio de parada, siempre así pues con las agujas talonables hay que pasar a 30 como máximo. Un invento que facilitó mucho la vida a los Jefes de Estación de la línea, pues no hay concentración de palancas en ellas......pero en Ocaña el paso nos lo permite el cartelón "C", continuamos marcha, pasando por "ex taciones", como Noblejas, Villarrubia de Santiago, Santa Cruz de la Zarza (donde hace mucho tiempo llegó una línea desde Villacañas), con un encanto basado en la sencillez del ferrocarril de antaño, que resulta difícil de describir. Aunque apena ver sus vías levantadas, o en el mejor de los casos, desconectadas de la general, convertidas todas en apeaderos. Y apena ver el estado de la vía desde Ocaña, con continuos movimientos laterales por la falta de alineación y bateo que hacen la marcha bastante incómoda hasta Tarancón (sin pasar de 70 / 75 Km/h). Y a partir de Tarancón es aún peor, pero hoy no iremos más allá.

Llegamos allí, tras haber visto los puntos principales de la línea (Cargadero de Cementos Tajo, donde en plena burbuja se metían trenes de 1.600 toneladas en mando múltiple, ahora ni rastro, Base de Villarrubia AVE, y cargadero de Cereal de Olcesa, al lado de nuestro destino). Y volvemos, en una historia similar, película pasada al revés, de lo que acabo de contar. Eso sí, viendo como el Factor de Circulación cierra el paso a Nivel, y abre la señal mecánica, la miras con un movimiento encantador, transmitido a través de un par de hilos de acero. Bifilar funicular, indescriptible en pleno 2015. Orden de marcha, banderín enrollado, hasta siempre. En Vicálvaro, toca repostar a la 348, que ya iba con algo de sed desde el principio, para dejarla lista para el siguiente servicio.

Y finalmente, apartarla en la vía 13 de Llegadas. Hacia allí vamos, para dejarla junto a su hermana la 350. Y se empiezan a juntar sensaciones, que no querías ver durante el viaje, pero se hacen ciertas en ese momento... Avanzas, vas llegando, mueves el regulador sin querer hacerte consciente de que es el último movimiento, un poco de freno directo, suaves topes, y la máquina queda estacionada...

Te quedas sentado, ya no hay regulador que abrir, y sí, ya no habrá más encima de una locomotora de Mercancías RENFE. Quitas el ASFA, el freno se aprieta al máximo mientras ves caer equilibrio y TFA a cero, pones la máquina en "arranque / aislamiento", aprietas freno de estacionamiento, inversor al centro, apagas luces, y pasas el regulador de "IDLE" a "STOP"... Y el motor de una parte de tu vida laboral se para para siempre.

Pasas a la sala de máquinas, haces unas últimas comprobaciones, desconectas el combinador de ASFA, abres la puerta donde se esconde la cuchilla de batería, y con el sonido de la bomba del turbo de fondo, la bajas, y la máquina se duerme, abriendo sus últimas electroválvulas excitadas...

Lo que pasa que ésta vez abrió alguna más de la cuenta, y en un efecto que ni sus diseñadores pensaron, empezó a llover. Y la mirada se volvió borrosa a través del cristal de mi vida.

Ella seguirá prestando servicios, pero yo ya no estaré en su cabina, de sus primas y hermanas de Mercancías RENFE.

Pero tampoco quiero que ésto parezca triste. Afortunadamente, quedan muchos kilómetros por delante. Simplemente, es natural en el ser humano, querer a veces parar el tiempo. Todos hemos deseado hacerlo alguna vez. Quedarnos viviendo para siempre en un lugar de nuestra vida. Eso no es malo, porque es la inequívoca señal de que algo es tremendamente especial. Pero es necesario cambiar, cambiar es bueno, es necesario que esos momentos sean irrepetibles, porque es lo que los hace únicos. Nunca serían iguales aunque los volvieras a vivir. Lo importante es recordarlos, y yo, desde luego, no voy a olvidar ni una sola línea. Nada, porque ha sido mi etapa laboral más bonita, aderezada además con un montón de personas especiales que no habría conocido de otra forma, bien sabéis quienes sois. Lo prometo, lo juro, nunca se irán de mi memoria, los seis años y medio de historias, momentos, pensamientos, reflexiones, lugares, kilómetros, corriendo o parado... Los seis años y medio en que fui Maquinista de Mercancías.

Así que, no llores porque terminó, sonríe porque sucedió. Eso es la vida. Esa es su singular chispa. Ser única e irrepetible.

Y fue una despedida inmejorable, la verdad...